Hemos escrito la historia. Después de un histórico #8M y de un #ParoNacionaldeMujeres sin precedentes, no podemos (hombres y mujeres) seguir igual. En esta marcha y en este paro no han participado sólo las jóvenes de esta generación, no, aunque obviamente tienen mucho mérito; en esta marcha han participado mujeres de todas las edades.Ponemos sobre la mesa el tema de reconstruirnos a nivel identitario, porque el machismo lo construye y lo sistematiza toda la sociedad. El asunto es delicado porque no se trata de hombres vs mujeres. Es mucho más sutil, mucho más complejo; el reto es llegar a hilvanar esas sutilezas.Las imágenes aéreas de la marcha, donde observamos en color jacaranda un hermoso movimiento (qué linda metáfora) por las arterias de la ciudad; me hizo recordar a mi madre y a mi abuela —ambas ya fallecidas— y sus luchas silenciosas, su trabajo no remunerado (y perpetuo) y sus conflictos internos porque una época no les permitió hacer con libertad lo que ellas querían de su vida. Pienso pues en las abuelas y en las madres de muchas. En esas preguntas interiores, que siempre nos causaron conflicto… ¿Calladita me veo más bonita? ¿En serio?Señalo también a la antropóloga Marta Lamas —en entrevista reciente publicada por El Universal—, activista feminista (¡acérrima!) y quien observaba y así lo externó: “que hoy hay un nivel de enojo, que nosotras no teníamos en los años setenta”. Un enojo, coincido yo, que viene en nuestro México (no sólo de abusos silenciosos) sino del hartazgo hacia la violencia. La violencia superó la ficción. Y en esta rúbrica quiero mencionar la experiencia y causa que llevó a las activistas Norma Andrade, Marisela Ortiz (ambas exiliadas) y a Marisela Escobedo (q.e.p.d.) a buscar primero a sus hijas y luego justicia en Ciudad Juárez. Quiero nombrarlas y reconocerlas. La justicia, aún, no ha llegado. ¿Qué nos falta? Este no es un asunto de Hombres vs. Mujeres. Es un error observarlo desde ahí, realmente como sociedad (¡todos!) estamos poniendo a revisión nuestras estructuras mentales, nuestra construcción ideológica a través de la cual hemos dado vida al machismo; un machismo que no es de los hombres propiamente, sino en el que también participamos las mujeres, las escuelas, las instancias; al educar niños y niñas, al permitir tratos, heredar ideas, roles, actitudes, repartir comentarios, al competir por regalos sociales minimizando a la otra. Revisemos.