Esta fecha, señalada para el primer debate entre los candidatos a la Presidencia de la República está precedida por los acosos políticos, que ponen en riesgo la credibilidad de las posturas, y que las palabras formen dudas acerca de posibilidades de realización. Ya lo dice el refrán: del dicho al hecho hay un gran trecho, pero también deberemos aceptar y apoyar las mejores intenciones fincadas en la realidad.Una de las muchas carencias está vigente en la migración que nos inunda de seres, principalmente de origen centroamericano, sin soslayar a los mexicanos que tampoco han encontrado las vías legítimas del desempeño de acuerdo a su capacidad.Quienes la luz primera han visto en este milenio deberán comprender el auténtico valor del equilibrio a seguir entre la pantalla electrónica y los bienes materiales para edificar una sociedad sustentable en cuanto a producción y economía congruentes a los recursos, disponibilidad y estructura.La responsabilidad, con insistencia se fija en los gobernantes como guía de la población, a su vez en cuyas manos está la conversión paulatina del dicho en hecho. Frase fácil de comprender y difícil de conseguir en el curso de la dignidad fincada en la identidad.Mientras tanto, presenciamos los acosos entre los políticos como la semilla de discordia en la que se contemplan acusaciones,que finalmente parecen disparos al aire, sin alcanzar el impacto consciente de la población cuya meta es ver cumplir y hacer cumplir la Ley, que para eso se trazó. El nefasto ejemplo está vigente en la criminalidad, ajena a los principios y valores conducentes a una vida tranquila y dotada de prosperidad.Esperemos del Primer Debate, posturas consistentes ajenas a la simple popularidad, para obtener preferencia con promesas exentas del sustento correspondiente a cada ciudadano como un traje a la medida en el esfuerzo diario unido al respaldo específico en cada comunidad, y así alcanzar la tranquilidad de seguridad integral.Complicidad y corrupción son adjetivos con vasos comunicantes ganadores de indiferencia generalizada, sin provocar conciencia plena de cuánto a cada uno corresponde aportar con responsabilidad; no sólo a las Instituciones. Responsabilidad es un concepto disperso o al menos olvidado en el lenguaje dentro de las campañas quedando, al margen de las promesas carentes el sustento para enfrentar la realidad en todos los niveles de indispensable productividad.Las páginas de los medios de comunicación nos dan idea de la magnitud de los problemas con estadísticas, comparaciones y encuestas; lo que hacen cuestionable el transitar por las calles con tranquilidad en poblaciones pequeñas y grandes urbes infestadas, en su generalidad, por la amenaza de convertirse en víctima de la violencia.Dios nos guarde de la discordia.DR
