Lunes, 07 de Octubre 2024

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Informar y difamar

Por: Diego Petersen

Informar y difamar

Informar y difamar

El presidente López Obrador llega a su segundo informe en un momento sumamente complejo de su administración, con resultados poco presumibles, cuentas que rendir en materia de salud y las gallinas saliéndose del huacal. No se parece en nada a lo que imaginó hace un año, cuando en un informe triunfalista (como suelen ser todos los informes de los presidentes) anunciaba el fin de lo que él llama el viejo régimen y el advenimiento de la nueva era. 

Hace unos meses, a finales de agosto de 2019, en la encuesta (el promedio de todas las encuestas publicadas) que elabora Oraculus el presidente tenía una aprobación de 70% de la población y sólo 26% lo desaprobaba. Hoy esos números han cambiado. Tiene 57% de aprobación y 34% de desaprobación. Para darnos cuenta de lo que eso significa, a esas alturas del partido Calderón tenía 62% de aprobación, Peña Nieto 46% y Fox estaba exactamente igual que él en 57%, pero ninguno de ellos perdió 13 puntos entre el primero y segundo año como lo ha hecho López Obrador: Peña, quien comenzaba su desastre, cayó 8, Calderón 5 y Fox sólo uno.

Da igual lo que informe mañana el Presidente. A estas alturas del partido nadie espera nada nuevo.

El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, ya dijo que ve el peor de los escenarios en la economía  y el subsecretario y vocero de Salud, Hugo López-Gatell había ya puesto nombre a los 60 mil muertos: catastrófico. Informar, pues, ya no basta, porque no hay mucho que presumir, por lo que López Obrador ha optado por difamar, por atacar algunas veces con verdad, la mayoría con verdades a medias, información incompleta y sobre todo cargada de hiel, contra los que él considera enemigos.

Da igual lo que informe mañana el Presidente. A estas alturas del partido nadie espera nada nuevo.

La recolección de firmas iniciada este fin de semana para enjuiciar a los expresidentes tiene un doble objetivo. Por una lado, sí, tratar de llevar a los expresidentes si no un juicio real al menos a uno popular y mediático, pero sobre todo amalgamar a Morena y sus aliados en un momento en el que los más rijosos comienzan a mandar señales de desobediencia. Es cierto, nadie puede controlar a Fernández Noroña, pero las disputas por el poder están en todos los estados y en todos los niveles.

Por otro lado, el ataque artero y difamatorio a las Organizaciones de la Sociedad Civil que reciben dinero del extranjero tiene igual el objetivo de construir un complot, un masiosare, ese extraño enemigo que le permita enarbolar la bandera.

¿Va la difamación a matar a la información? Lo veremos en las encuestas de fin de año.

diego.petersen@informador.com.mx
 

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