Cuando pensamos en informalidad laboral regularmente viene la imagen de puestos ambulantes en la calle; sin embargo, en la informalidad también califican aquellas empresas y comercios establecidos que no garantizan la seguridad social para sus empleados, no cuentan con las prestaciones de ley o que simplemente no ofrecen salarios que superen el promedio de seis mil 043 pesos mensuales.A principios del sexenio anterior la tasa de informalidad se encontraba en 56.7% y cerró con 54.3%, es decir, sólo se redujo un 2.4% en seis años. De acuerdo a un estudio sobre pobreza laboral e informalidad realizado por México ¿Cómo vamos? El 35% de la población del país se encuentra en situación de pobreza laboral, es decir 45.4 millones de mexicanos no perciben ingresos suficientes para adquirir la canasta básica para todos los integrantes de su familia, lamentablemente, en esta métrica las mujeres se ven más afectadas que los hombres: por cada 100 hombres en pobreza laboral, hay 113 mujeres en promedio, pero hay estados de la República donde la brecha es mayor, como Jalisco, con 124 mujeres por cada 100 hombres.Aunque seguramente hay excepciones, de acuerdo al estudio, la informalidad laboral es directamente proporcional a la pobreza laboral, por lo tanto, las carencias de una región en materia de infraestructura, educación y fuentes de empleo, así como el índice de población vulnerable, se reflejarán tanto en la informalidad como en la pobreza laboral. Esto debería ser suficiente para que cada entidad se comprometa con su población a mejorar la creación de empleos mejor remunerados o al menos exigir a las empresas establecidas las prestaciones y garantías que todo trabajador requiere.Además, uno de los aspectos más lamentables es el hecho de que las mujeres cuidadoras, es decir, madres con hijos o familiares a cargo, tienen menor oportunidad de acceder a un trabajo bien remunerado, y es aquí donde vuelve la ecuación en contra: a mayor número de hijas e hijos mayor es el número de mujeres que laboran en la informalidad y la única manera de romper el círculo vicioso es crear un sistema integral de cuidados confiable o accesible que le permita a las mujeres incorporarse a empleos de calidad.Por ello no es de extrañar que cada vez más mexicanos formen parte de las 4.2 millones de personas consideradas como subocupadas, es decir, que requieren un segundo empleo para poder solventar sus gastos; y contrario a lo que se pudiera pensar, en esta franja poblacional se pueden encontrar cualquier cantidad de profesionistas que trabajan como “freelance” y que perciben ingresos en efectivo.Una de las variables más importantes para el desarrollo de la economía de un país es la productividad, este índice suele ser bajo en la informalidad y pocas veces tiene que ver con el potencial de los empleados, la mayoría de las veces está relacionado con las condiciones en las que trabajan. México, a pesar de ser una de las economías con el mayor número de jóvenes en edad laboral, se encuentra en el sexto país con mayor informalidad en la región de Latinoamérica y esa es una asignatura pendiente para los gobiernos en la vigilancia de las condiciones de contratación y las garantías para los empleados.Pese al panorama expuesto, la pobreza laboral en el país presenta una tendencia a la baja de acuerdo a la investigación. En el segundo trimestre de 2023 se identificó un 37.8% de pobreza laboral frente al 35% de este año en el mismo periodo, lo que indica una reducción del 2.8% en los últimos 12 meses.Si bien México se encuentra en un buen momento con 58.9 millones de personas empleadas, los 31.9 millones de trabajadores en la informalidad no es un número para ignorar y convendría revistar dónde se encuentra la respuesta para que el país tenga una población económicamente activa con mejores prestaciones y remuneración para brindar mejor calidad de vida que contribuya a una economía más fuerte. Seguramente la Presidenta Sheinbaum y sus asesores están trabajando en ello.