Martes, 18 de Marzo 2025

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Infancias trans, los dos debates

Por: Jonathan Lomelí

Infancias trans, los dos debates

Infancias trans, los dos debates

El debate sobre infancias trans en Jalisco es jurídico y moral. Hay dos posturas: La primera asegura que el niño, niña o adolescente, tiene derecho a elegir su identidad de género y que ésta se refleje en su acta de nacimiento.

La segunda sostiene que el menor carece de la madurez de conciencia para decidir su identidad de género, y descalifica este derecho como “ideología de género”.

Contextualicemos:

En 2020, Jalisco reconoció a las infancias y adolescentes trans a través de un decreto del gobernador. Entonces 14 familias de otras Entidades vinieron al Estado para modificar las actas de sus hijos e hijas.

Después, la Legislatura local reformó en 2022 la Ley del Registro Civil (Artículo 23, fracción VIII), que remarca el reconocimiento de la identidad de género sólo a una “persona mayor de edad”.

La CNDH interpuso una acción de inconstitucionalidad contra esa reforma por discriminatoria y la Corte le dio la razón.

Jurídicamente nada hay para debatir. La Corte ordenó al Congreso de Jalisco reformar la ley para hacer explícito este derecho de las infancias.

En diciembre del año pasado, los ministros les dieron un ultimátum de 20 días a los legisladores para cumplir, pero la reforma sigue atorada.

La Corte ordenó que se garantice el procedimiento a través de los tutores o de un representante legal y con la voluntad expresa del menor. Si los padres se niegan, la Procuraduría de Protección a las Niñas, Niños y Adolescentes funge como garante.

El debate moral también es endeble. Se desmorona si lo planteamos de esta manera: la decisión de un infante o adolescente de modificar su identidad de género, ¿a quién involucra? Exclusivamente al menor.

Es una expresión de su individualidad porque el Estado reconoce la autonomía y el derecho al libre desarrollo de la personalidad del menor. En esta determinación se finca la ampliación otros derechos como el aborto, el consumo recreativo de cannabis, etcétera.

Ahí está la clave. ¿En qué afecta a la sociedad, por ejemplo, que yo decida ser periodista, cocinero o futbolista? ¿Por qué el Estado tendría que restringir o regular un derecho relacionado con mi personalidad?

A menos, claro, que nuestro deseo sea inmiscuirnos en la vida de los demás, una afición que caracteriza al conservadurismo.

Hay un tercer debate, el político, el más mezquino, electorero y vergonzoso. Pero de ese que se ocupen otros.

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