Miércoles, 27 de Noviembre 2024

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Indigencia argumental

Por: Jaime García Elías

Indigencia argumental

Indigencia argumental

Se atribuye a Santo Tomás de Aquino (teólogo dominico italiano del Siglo XIII, llamado “Doctor Angélico” y “Padre de la Iglesia”, autor de la Summa Teológica en que la religión católica ha basado gran parte de su doctrina), la frase “Dicen que un buey voló: pue’ que sí, pue’ que no...”.

Mutatis mutandis, “Dicen que en México se acabó la corrupción: pue’ que sí, pue’ que no...”.

-II-

“El Universal” publicó el miércoles un reportaje según el cual a los trabajadores de la construcción que laboran en el Aeropuerto Felipe Ángeles de la Ciudad de México se les descuenta entre 20 y 30% de su salario para seguir participando en una de las obras públicas más importantes de la actual administración, y cuya inauguración está programada para principios del año próximo.

Contra lo que cabía esperar, la reacción oficial a la denuncia periodística no fue el compromiso de esclarecer los hechos mediante una acuciosa investigación -a lo que tendría pleno derecho la opinión pública- y sancionar a los responsables, si fuera el caso.

La reacción consistió, primero, en negar escuetamente la especie (“no les creo”, punto); después, descalificar al medio: “Son de estos medios que antes aplaudían al gobierno y ahora están constantemente cuestionando, atacando al gobierno, y por lo general se dedican a mentir”; finalmente, desviar el tema hacia el crédito por 200 millones de pesos, otorgado a “El Universal” en 2014 por Nacional Financiera (crédito -según el mismo medio- respaldado sobradamente con garantías inmobiliarias y del que se ha cubierto puntualmente la mayor parte).

-III-

Es lamentable que lo que en un país civilizado sería motivo de una investigación seria y diligente, degenere en vil pleito de comadres. Es vergonzoso que a una denuncia a la que debería darse seguimiento, se responda con descalificaciones ofensivas e insinuaciones malévolas. Una denuncia como la señalada tendría que corresponderse con testimonios, pruebas documentales y careos; es decir, con argumentos sólidos; no con dimes y diretes. En una investigación como la que amerita el caso, principalmente por tratarse de una obra pública, costeada con fondos públicos..., y, adicionalmente, porque la realiza una administración que enarbola la bandera de la honestidad y asegura haber desterrado la corrupción (los “moches” característicos de “otros gobiernos”), no debería haber lugar para exabruptos, ofensas y descalificaciones gratuitas.

Ofender o ridiculizar al denunciante en nada contribuye a que resplandezca la verdad. Llevar el debate a ese nivel sólo denota arrogancia, necedad, indigencia argumental y miseria humana.

(fin).

jagelias@gmail.com

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