Ayer con la jornada electoral se demostró que alrededor de 44 millones de mexicanos usan la tarjeta del Instituto Nacional Electoral (INE) sólo como identificación -o de adorno-, pero no para cumplir con la responsabilidad civil de votar en unos comicios que decidían el rumbo político del país. La lista nominal -ciudadanos con credencial vigente para votar- es de 98 millones 269 mil 015, de los cuales solo un promedio de 55 millones -hasta que termine el conteo oficial se conocerá la cifra oficial- emitieron su voto en los comicios del domingo pasado.Por todos los acontecimientos civiles de los últimos meses -como las marchas que se organizaron- y todas manifestaciones en redes sociales, se pensó que la ciudadanía unida como oposición se volcaría sobre las urnas y provocaría una tumultuosa derrota al oficialismo como respuesta a la desaprobación que se percibía. Sin embargo, al final de la jornada la participación ciudadana fue menor a la elección del 2018 cuando López Obrador fue elegido y casi 57 millones emitieron su voto. En aquel entonces el 63.42 por ciento de los posibles votantes fueron a las urnas, el domingo pasado apenas se llegó al 60 por ciento.Nuevamente la apatía ciudadana y la popularidad se combinaron para dar un triunfo contundente al oficialismo, tal y como lo pronosticaban casi todas las encuestas de opinión desde el último trimestre del año pasado. Una victoria electoral que -metiendo reversa a lo que dijo la noche de la elección y a la llamada telefónica que le hizo a Claudia- será impugnada por Xóchitl Gálvez, entendiendo los posibles argumentos que se pudieran presentar, sobre todo por la permanente intervención desde Palacio, pero sin conocerse a detalle de los elementos de prueba que pudieran provocar -aunque hay muchos a la vista- que el reclamo pueda proceder ante la autoridad electoral. Xóchitl dijo en su anuncio que “lo haremos porque no podemos permitir que tengamos otra elección igual a ésta”, entendiéndose que sería de poco “peso” y solo para sentar un precedente y no para intentar revertir lo que ya está hecho” -que fue contundente-, además de advertir que “los contrapesos y la división de poderes siguen en riesgo”.Lo bueno en el corolario de la jornada electoral, es que quien triunfó -Claduia Sheinbaum- en su primer mensaje usó un tono de voz diferente, sin triunfalismo y pidiendo armonía -que es lo que se ha perdido provocado desde las entrañas de Palacio-, con un mensaje conciliador que marca una diferencia muy notoria a la retórica acostumbrada en los últimos tiempos. Sheinbaum tiene en sus manos no solo el destino de México, sino el de trascender con éxito como la primera mujer en asumir la máxima responsabilidad gubernamental y hacerlo de manera que aproveche el enorme potencial que tiene en un país lleno de gente capaz y recursos naturales que no muchas naciones cuenta con ellos. En sus manos está decidir en qué lado de la historia quiere estar.¿Usted, qué opina? Daniel Rodríguezdaniel.rodriguez@dbhub.net