Domingo 4 de noviembre de 2018. Tercera “corrida de toros” en la Plaza de Toros Nuevo Progreso. La gente acudió a la plaza y los tendidos casi se llenaron por el anuncio de un cartel que prometía, bajo la mano de Enrique Ponce, Juan Pablo Sánchez y Sergio Flores. Originalmente se había anunciado la corrida con toros de la ganadería de Jaral de Peñas, pero vaya usted a saber por qué, para desgracia de todos los aficionados, esos toros no fueron aprobados por el juez y entonces la empresa tomó una decisión equivocada: sustituir la corrida por toros de la ganadería de Bernaldo de Quirós.La helada tarde así nos dejó el alma: helada. Tuvimos que soportar siete toros que fueron todo, menos toros bravos. De los toreros no diré nada, pues nada pudieron hacer ante los toros descastados, mansos, de fea estampa y, por ende, sin trapío. Tal vez sólo uno de ellos, el cuarto de la tarde, que en realidad era el tercero de la lidia ordinaria pues el primero se descepó el pitón al ir al caballo, tuvo presencia apenas aprobatoria.Pero la forma en los toros de lidia no es lo único ni lo más importante. Lo que vale en ellos es el fondo, esto es, la casta, que se reconoce por la bravura y la nobleza. Ayer en la tarde todos los toros fueron descastados. Toros mansos con los que era imposible bordar una faena. El toro bravo es aquel que combate, que embiste con fuerza y pelea al caballo metiendo la cabeza; es el toro que sigue el engaño del capote y la muleta con codicia y hace surcos en la arena.Con el toro bravo el torero ha de parar, templar, mandar, ligar y cargar la suerte. Cualquiera que se precie de ser aficionado sabe y entiende que sólo así es posible que un torero se erija frente al toro como un demiurgo, y borde con la máxima belleza la anhelada perfección de una faena.Pero con los “toros” que fueron presentados ayer por la ganadería de Bernaldo de Quirós, el público presenció un espectáculo profundamente decepcionado. La mansedumbre merodeaba por el ruedo, incansablemente.Y entonces surgió la denuncia. Gran parte del público comenzó a reclamar a Enrique Ponce que en cada plaza que se presenta impone su figura y exige torear burros como los que se lidiaron ayer. Mucha gente se preguntaba por qué se había desplazado a la ganadería de Jaral de Peñas, seria y de toros bravos, por la vacilada de Bernaldo de Quirós. ¿Por qué la empresa no buscó toros de otra ganadería?En días pasados Ponce fue recibido como un virrey en diversos eventos en nuestra ciudad, y en uno de ellos, a preguntas que sólo buscaban adularlo con zalamería y lisonja, respondía que lo suyo era el toreo de artista, y que para ello necesitaba toros que se le prestaran. Dijo que no le gustaba la agresividad del toro ni la fiereza, y que él prefería torear despacio, torear bonito. ¡Pero si estamos hablando de la fiesta brava, señor Ponce, no de lecciones para escribir poesía!Toros inválidos y descastados fueron la puesta en escena en una tarde en la que se demostró, de nuevo, que las ganaderías como Bernaldo de Quirós han exprimido la bravura para dejar unos trapos de mansedumbre. Toros como esos sólo harán daño a la fiesta brava. Las empresas deben poner los ojos en las ganaderías de toros bravos, sin dejarse llevar por la exigencia de las figuras.