Si en abril del 2021, luego de una visita a Apatzingán, Michoacán, el entonces Nuncio apostólico, Franco Coppola, se dijo desconcertado porque la clase política y gubernamental omitía de la conversación pública el tema del creciente poder territorial, de fuego y corruptor del narco en México, el domingo pasado el clero se encargó de que en cada parroquia del país se hablara del tema, lo que seguramente no hizo mucha gracia al gobierno de la autollamada cuarta transformación. Se trató del inicio de la Jornada de Oración por la Paz a la que convocaron la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y la Compañía de Jesús luego del asesinato a manos del narco de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, y el guía de turistas Pedro Eliodoro Palma Gutiérrez, en la comunidad de Cerocahui, en el municipio chihuahuense de Urique, el pasado 20 de junio en la Sierra Tarahumara. Esta primera jornada, que continuará los domingos que restan de julio, fue en memoria justamente de los sacerdotes y religiosos que han sido asesinados. Se hará luego por las víctimas, por los gobiernos y por los victimarios.Este inédito activismo de la iglesia católica mexicana fue la respuesta a las descalificaciones que vinieron del Presidente Andrés Manuel López Obrador por las críticas a la política de seguridad del gobierno de la 4T y a la exigencia que hicieron jesuitas, cardenales y obispos de revisar la estrategia conocida por el eslogan de “los abrazos y no balazos” con la que se mantiene lejos de resolver la crisis desbordada de inseguridad y violencia que padece el país.“Oraremos, pues, para que la sangre derramada en México sea la sangre de Jesús que riegue nuestra tierra y la haga fértil para poder emprender un verdadero camino que nos enfile hacia la paz”, publicaron las autoridades católicas ayer en el editorial de su órgano semanal de comunicación “Desde la Fe”. No es cosa menor, que casi en la víspera de esta jornada dominical especial de oración, el Papa Francisco haya designado al nuevo representante diplomático del Vaticano en México, el religioso maltés Josehp Spiteri, una posición que duró vacante desde enero que dejó la nunciatura apostólica el italiano Coppola, que tras sus fuertes críticas al gobierno mexicano por el problema del crimen organizado tuvo un acercamiento con la 4T, situación que habría influido en su remoción a Bélgica y Luxemburgo. Habrá que ver, pues, con qué instrucciones llega el nuevo representante papal en México, cuya llegada coincide con la mayor crisis y tensión que se ha dado en la historia reciente entre la iglesia y el estado mexicano, luego de que los religiosos se han propuesto hablar del monstruo del narco al que las autoridades prefieren no voltear a ver.jbarrera4r@gmail.com