“Quieren que las dejemos competir en igualdad pero que las dejemos ganar”. Eso le explica a su audiencia El Temach, youtuber con más de 8 millones de seguidores en redes. Después invita a todos los “peneportantes” a su taller de desarrollo masculino: “Ellas aman a los cabrones”. Luis Castilleja, El Temach, es un actor de 38 años y polémico influencer que aconseja a hombres sobre mujeres: técnicas de seducción y cómo encarar el feminismo. Me sometí a su tratamiento con algunos de sus videos. Me asustó su conjuro de estereotipos y prejuicios sobre lo femenino y lo masculino. Combina la autoayuda con la expiación rencorosa del “camino verdadero” para la salvación. En su mundo, la mujer es un artefacto a descifrar y conquistar. Un problema a resolver para nuestro placer. Siempre apelando a “estudios”, “la biología”, “la ciencia”, su “experiencia vital”...Convertí a El Temach en mi objeto de estudio tras leer varios artículos en The Economist, The Financial Times y The Atlantic. Todos planteaban la misma hipótesis surgida de diversos estudios en EU y Europa: Los varones jóvenes son más conservadores que sus abuelos. Esto contradice la tendencia en donde cada nueva generación es más progresista que la anterior. Las mujeres jóvenes son más liberales que sus pares masculinos. Ellos ven el empoderamiento femenino como una amenaza. Estos grupos son fácilmente cortejados por partidos de extrema derecha. En Corea del Sur ganó un Presidente abiertamente antifeminista con una alta votación de varones jóvenes. Otro ejemplo más cercano es Javier Milei, mandatario argentino de ultraderecha que ganó las elecciones con un voto joven en donde sobresalieron los varones. Muchos lo atribuyeron al hartazgo ante el sistema, pero habría que analizar qué tanto lo favoreció su antifeminismo. Los artículos que refiero son: A new global gender divide is emerging, The Myth of the Gen Z Gender Divide y Why young men and women are drifting apart. Uno de los autores ve con suspicacia cualquier generalización del fenómeno. Harían falta estudios más amplios de un fenómeno que por ahora se atisba en países desarrollados. Una amenaza es que políticos con discursos misóginos e ideologías de extrema derecha capitalicen el disgusto de estos jóvenes. Asimismo que se conviertan en carne de cañón para mercenarios digitales que incendian antorchas de libertad con la defensa de lo “masculino”. En una entrevista, El Temach confesó que el “hate” (odio) y los “haters” (odiadores) son los que ven más sus videos. Incluso más que sus seguidores. Lo cual habla de grandes aparatos de mercadeo en donde la única fe es la monetización a costa de la degradación discursiva y las ideologías retrógradas “en vivo”. Ni siquiera creen en lo que dicen. Son mero marketing digital. Pero su negocio tiene repercusiones políticas.