Martes, 26 de Noviembre 2024

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Herederos del desastre

Por: Isaack de Loza

Herederos del desastre

Herederos del desastre

Cuánto valor, o cuánto cinismo, deben tener los alcaldes salientes para atreverse a pasear su bello rostro por las colonias que, en los últimos días, han resentido los estragos de las lluvias en la Zona Metropolitana de Guadalajara.

Imagínate: el o la alcaldesa que fueron a pedirte votos y que te gobernaron durante seis años hoy se plantan frente a tu casa, con cámaras y micrófonos encendidos, mientras hacen como que les importa que tus pertenencias, tus recuerdos, tu patrimonio, naden entre las aguas negras que brotaron durante las tormentas del fin de semana.

Dos o tres clics, unas cuantas fotos seleccionadas, un mensaje inspirador que las corone y, por supuesto, a subirlas a toda red social habida y por haber. Que ese corazón bondadoso luzca en cada rincón de la triple doble ú.

Como herederos del desastre, lo más simple es pararse a entregar despensas, sacar frases matonas y contundentes como “no están solos” y, para que el montaje esté despejado de escépticos, afirmar que tus cosas están perdidas entre el lodo porque ocurrió una malvada lluvia atípica.

No hay pierde. Esa es la fórmula que nos recetan cada año.

Para qué se meten en detalles como la aprobación de permisos de habitabilidad en zonas de riesgo, de cobrar el impuesto predial a viviendas que no deberían estar ahí porque están ubicadas cerca de un arroyo que se llama “El Seco”.

Además, si algún pelmazo se atreviera a discutirlo, también hay un argumento que mata todo debate: alguien más lo aprobó. Siempre fue algún corrupto del pasado quien provocó el escenario de lodo y heces en el que hoy ese alcalde con licencia se para, estoico, para entregar despensas y repartir noestansolos.

Y así. Y así. Y así. Administración tras administración, eso es lo que vamos a escuchar de nuestra bien entrenada clase política, que está ampliamente rebasada en sus hechos respecto al poder de su lengua.

Porque prometer es sólo el camino para llegar; ejecutar lo prometido ya sería un abuso. Pues ni que fueran… no sé… autoridades.

¿O no se acuerdan que ellos mismos acudieron con su mejor sonrisa y, arriba de una tarima, dijeron que ellos harían exactamente lo que no hicieron? ¿Cuántas veces no hemos escuchado que las inundaciones serán cosa del pasado sólo con el poder de una tacha sobre el partido correcto el día de la elección?

La labia, su mejor arma, se desmorona cuando la naturaleza acecha. Porque son los ciudadanos los que arrojan basura a la calle y tienen la responsabilidad. Porque el calentamiento global es el autor material de cada vivienda destrozada. Porque es el alcalde del pasado, y nunca el del presente, el que autorizó los fraccionamientos que atoran el agua y desbordan presas y arroyos.

De las sanciones luego hablamos. Ni que una autoridad pudiera llevar a otra a prisión por las terribles omisiones de sus actos.

Ni que se pudiera ordenar una auditoría para revisar dónde están los millones invertidos en obras para mitigar las inundaciones que, lluvia tras lluvia, convierten a Guadalajara, la segunda ciudad más importante de México, en un triste charco.

Nada de eso. Si algo nos ha demostrado el estilo Jalisco es que lo importante es entregar despensas a los damnificados y ensanchar esa cada vez más larga lista de ejemplos de cinismo en la política.

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