El debate del pasado domingo 17 de marzo entre los candidatos a la gubernatura nos deja muchas cosas para reflexionar y constituye un fiel reflejo de lo que podemos esperar de la campaña de cada uno de ellos, así como del modo en que gobernará quien llegue a Casa Jalisco.Por una parte, vemos a una abrumada Claudia Delgadillo, cuya pobreza en propuestas e ideas propias la ha orillado a intentar argumentar que Jalisco necesita ser gobernado por Morena, sin poder exponer el porqué de dichas afirmaciones, más allá de repetir que en caso de salir ganadora replicará las bondades del Presidente y de Sheinbaum, no sabemos si por opción o por obligación.Por su parte, Laura Haro nos deja en claro que la “alianza” que representa es el PRI y agregados (en contraste con lo que sucede a nivel federal), se muestra como una candidata institucional, gran oradora y que se siente cómoda en los debates.En Pablo Lemus encontramos una persona que sabe dirigirse a la gente directamente, que a pesar de tener nueve años gobernando, continúa generando una imagen ciudadana que se aleja de la del político, cuya propuesta es replicar en el Estado lo que ha hecho en Guadalajara y Zapopan. La imagen otorgada hasta el día de hoy por los candidatos, más que reflejar ideas, estrategias o propuestas, deja en claro cómo arribaron a la candidatura. Pablo Lemus llega por ser el perfil más firme y reconocido de MC, en gran medida generado por el narcisismo del gobernador, que al pretender ser “el ajonjolí de todos los moles” nunca permitió que ninguno de sus secretarios tuviera reconocimiento público alguno. ¿Sabe usted quién es el secretario de Medio Ambiente? Yo tampoco. Por su parte, Claudia Delgadillo dejó en evidencia que su mayor virtud es su afinidad con Claudia Sheinbaum y, en caso de llegar a Casa Jalisco, todas las decisiones relevantes para el Estado se tomarán desde Palacio Nacional (para que no extrañemos al PRI de los años ochenta). Y no sería ninguna sorpresa que la designación de secretarios se realice de la misma manera, posiblemente a eso se debe que quienes se han acercado a la candidata con la intención de sumarse a su campaña, reciban por respuesta un frío y doloroso “gracias, ya estamos completos”.Laura Haro nos ha regalado claras muestras de que en Jalisco aún existe PRI para rato y personas con verdadero oficio político (sin la certeza de que eso sea halago u ofensa), al mostrar a una mujer fuerte, capaz de sostener con ideas a un partido cuyo pasado no es precisamente algo para presumir pero que, al mismo tiempo, se ha reinventado tantas veces como lo ha necesitado. Finalmente, la gran faltante hasta el día de hoy (aparte de propuestas) es la “continuidad”, pues regularmente el candidato del partido en el Gobierno apuesta por una campaña cuyo mayor aliado es lo realizado por el Gobierno en turno y, en muchos casos, el mismo gobernante, sin embargo, en el caso de Jalisco no ha sido así y parece que no lo será, pues Lemus apuesta más por una campaña basada en méritos propios que en logros partidarios.Sobre esto, lo que más llama la atención es que si bien Alfaro ha señalado en repetidas ocasiones que no intervendrá en las campañas por ser un demócrata, en realidad da la impresión de que han sido los propios candidatos quienes han marcado su distancia con él, pues ninguno siente que el actual gobernador tenga algo que abone a sus campañas y sí bastante que reste.