Viernes, 29 de Noviembre 2024

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Hasta cuándo la espera por refacciones

Por: Sergio Oliveira

Hasta cuándo la espera por refacciones

Hasta cuándo la espera por refacciones

Es desesperante, sin duda. Tu auto tuvo un choque o desperfecto y cuando buscas las partes para repararlo, la respuesta no es la que esperabas: “Ya la pedimos, debe llegar en tres o cuatro semanas”. Es doloroso, produce tanto malestar verse en ese situación, que con frecuencia el coraje gana a la razón y, ya sabemos, el que se enoja pierde. Lo más sensato en este -y en todos- los casos es enfriar la cabeza y buscar alternativas. Pero es igualmente importante entender por qué el distribuidor o la marca no tiene esa autoparte tan importante para nosotros.

Un auto hoy en día se hace con alrededor de 30 mil partes y, por lógica simple, un distribuidor no puede tener todas en inventario en su almacén. Debido a esto, marcas y distribuidores establecen prioridades. La número uno son las partes de mantenimiento preventivo, es decir, aquellas que se necesitan para hacer los servicios programados, como aceites, filtros, etcétera. Luego están las partes de desgaste natural como balatas, bujías y demás. Justo después están las partes de colisión, como defensas, faros, calaveras, rines, entre otras. En algunos países, como México por ejemplo, también entran en este nivel de prioridad partes que son robadas con cierta frecuencia como espejos retrovisores, parrillas, faros, calaveras, marcos. Incluso computadoras ya son, en ciertos casos, objeto de reposición mucho más frecuente de lo que deberían ser debido al robo. En Estados Unidos, el robo de convertidores catalíticos es hoy en día un problema que va en aumento.

Con excepción de los dos últimos ejemplos, lo demás mencionado hasta ahora debe estar en inventario de un distribuidor o al menos en el almacén de la marca en el país o alguno más cercano, como el vecino del norte.

La maldita pandemia

Cuando menciono partes de colisión, me refiero a golpes no tan graves, porque cuando van más allá de eso y ya requieres partes como el tablero o un asiento, esas muy probablemente se tengan que ordenar directamente al fabricante, esté en Europa, Japón o China. Y ahí entra un problema grave: la logística.

Hay que recordar que en 2020, el mundo paró completamente durante al menos dos meses. Todo lo que no era considerado esencial, como alimentos, salud y transporte colectivo, se detuvo. Una vez que se volvió a la actividad, ese regreso no fue exactamente normal o tranquilo. Muy buena parte del problema se debió a la política adoptada por el gobierno chino de “cero COVID-19”, que mantuvo cerradas, con algunas pequeñas “ventanas” productivas, ciudades enteras. La industria global, no sólo la automotriz, se vio afectada y hasta hoy está así. No hay en el mundo ni barcos ni contenedores suficientes para atender la demanda. Y los que existen trabajan con un precio cinco o seis veces mayor que antes.

A esto hay que añadir que cuando un vehículo nuevo es lanzado en un mercado, necesita tiempo para ver su resistencia a las condiciones locales, para que la marca sepa si hay o no partes que fallan aquí con mayor frecuencia que en otros mercados, principalmente el de origen. Si existe una o más partes así, esas van a ser más difíciles de conseguir. En México, la entrada masiva de marcas chinas representa un enorme desafío. MG, por ejemplo, vivió la tormenta perfecta, un poco víctima de su propio éxito, ya que ni ellos ni nadie esperaban la aceptación tan masiva y veloz que tuvieron. Luego, su planta proveedora estuvo cerrada por el gobierno chino por un buen rato, lo que retrasó para este año la inauguración de su almacén de refacciones. Todas las demás marcas nuevas pasarán inevitablemente por cuestiones similares pero menos graves, porque China ya permite que sus fábricas funcionen.

En México también hay problemas de logística. No hay madrinas suficientes para transportar los autos. El ferrocarril de Kansas, que va de Lázaro Cárdenas a Estados Unidos y Canadá, está a su máxima capacidad. No hay camiones ni choferes suficientes y la inseguridad en las carreteras hace que los choferes que siguen trabajando, no quieran hacerlo por las noches, haciendo menos eficiente la operación.

Claro, nada de esto va a hacernos sentir mejor si falta una parte a nuestro auto, principalmente si es una que no lo permite circular o compromete su seguridad, pero es la realidad que vivimos hoy y, desafortunadamente, no hay previsión de que las cosas, al menos en lo que toca a las deficiencias nacionales, se resuelvan.
 

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