¿Por qué un sobre amarillo generó tanto escozor entre quienes hacen política en Puerto Vallarta? ¿Qué obligó al alcalde de ese municipio a aplazar en dos ocasiones la sesión del pleno del Ayuntamiento que se le salió de control? Sin darle vueltas: la verdad.El que la regidora Carla Esparza colocara sobre la mesa el sobre amarillo que, según afirmó, le entregó el hijo del presidente municipal para animarla a aprobar modificaciones al presupuesto, hizo palidecer y titubear a Luis Alberto Michel, a quien apodan “El Profe”.La inesperada acción de una colega de partido (a saber: Morena) obligó al alcalde a titubear y tratar de defenderse con un débil “yo no discuto nada de eso, usted está grandecita y él ya está grande. Yo no respondo por eso”.“El Profe” no sólo se quedó sin palabras, o bien, articuló torpemente lo que quiso convertir en una réplica, sino que se vio obligado a postergar una discusión que ya era incómoda porque abrió la posibilidad de que existieran otros sobres y que éstos se hubieran dirigido a manos de ediles con menos ganas de deshacerse públicamente de ellos.Y peor aún: ventiló eso que todos en Puerto Vallarta saben, pero nadie había hecho público: que el verdadero alcalde es el hijo de Luis Alberto: Jesús.La historia reciente de México ha puesto en evidencia hechos así. Desde las maletas negras repletas de billetes que Carlos Ahumada entregó a René Bejarano en 2004, el caso Emilio Lozoya, los videoescándalos de la ex candidata morenista Eva Cadena y los sobornos para votar por las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto, la política en México ha bañado su nombre en corrupción.Por eso, hoy más que nunca los políticos en este país están en el último lugar de la tabla de popularidad entre las y los ciudadanos: porque nunca han logrado –ni querido– desligarse de aquella frase que acuñó el tristemente célebre Carlos Hank González: “un político pobre es un pobre político”.La realidad es esa y el escándalo no distingue partidos. La historia del PRI la han repetido otros tantos que se decían diferentes y terminaron ahogados de poder. Ajá: como los actuales.¿Recuerdan cuando el ex diputado y ahora flamante secretario de Asistencia Social, Alberto Esquer, fue señalado por pedir “moches” a cambio de dinero para obra pública para alcaldes cuando él era diputado federal, allá por 2014? Yo sí, y la memoria es lo único que nos queda.Como escribí: TODOS los partidos. Movimientos que se dicen ciudadanos o de regeneración nacional. Todos entran en esa bolsa fétida. La fórmula de poder más dinero los convierte en hermanos conflictuados en lo público, pero hermanos al fin: comen en la misma mesa.Y ahora, un escándalo de sobres amarillos llega al Ipejal: al Instituto que gestiona las pensiones e invierte el dinero de los trabajadores para, al menos en la teoría, generar más recursos a fin de darles un retiro digno, garantizar su pensión, préstamos y una atención médica decorosa.Juan José Hernández, “El Choco”, secretario general de una Federación que aglutina a 40 mil trabajadores del Estado y Organismos Públicos Descentralizados que se llama Fesijal, reconoció públicamente que también él ha recibido sobres amarillos para tratar de acallar sus protestas por la nueva inversión que el Ipejal hizo en Ciudad Judicial Laboral, un proyecto que desde el principio se defendió como una maravilla, pero que en realidad se aprobó con un buen número de trabajadores del Estado en contra.“El Choco”, ex miembro del Consejo que avaló esa inversión, asegura que encaró a una mayoría representada por el Estado y que sólo él votó en contra de ésta. Y durante su visita al programa “Los Sótanos del Joder”, que esta casa editorial y Canal 44 coproducen, el líder sindical aseveró que ese intento de soborno, que se le entregó desde el Ipejal, se fue como llegó.La acusación es gravísima, pues no sólo revela las prácticas políticas más asquerosas para ejecutar proyectos que deben hacerse porque ya se ordenaron desde arriba, sino que se señalan durante una administración que prometió romper el bloque y, por primera vez, ganar empatía entre la gente con resultados.Y, pese a sobres amarillos y regaños, los resultados están. Al final, Ciudad Judicial se construyó y esta misma semana quedó inaugurada. La duda que se ha sembrado, y que probablemente germine, es si las nuevas formas de hacer política vendrán siempre atadas a las viejas formas de ganar adeptos a costa de sobrecitos.El colofón de esta crítica es simple: ¿Nos acostumbramos? ¿Dejamos que el dinero público se manipule tan descaradamente como para que sea un poder fáctico, como en Vallarta, quien resuelva las votaciones? ¿Volteamos la cara a otro lado para no recibir las amenazas que la regidora ya señaló? O mejor les contestamos de la única manera en la que les duele: con papeletas de desprecio electoral.Porque eso, perder el poder, es el verdadero terror para quienes se dicen Gobierno. Y ahí están los demacrados fantasmas del PRI y del PAN como la prueba más palpable de que la historia, en efecto, pone a cada quien en el sobre amarillo que le toca.