Hace 30 años, el Inegi daba a conocer los resultados del Censo General de Población y Vivienda de 1990: Jalisco alcanzaba una población de 5´302,689 habitantes y su capital, el municipio de Guadalajara tenía 1´650,205.Como quien esto escribe era en ese tiempo el director regional de ese Instituto, a mí me correspondió informar, de primera mano, a las autoridades locales los resultados de tan importante ejercicio estadístico.El gobernador Guillermo Cosío Vidaurri (QEPD) escuchó con atención y luego expresó más o menos lo siguiente: Esperaba que fuéramos más, pero a esos datos nos atendremos, confiamos en la seriedad del Inegi y aceptamos que sus resultados nos dan la realidad demográfica de nuestro estado.El presidente municipal de Guadalajara, Gabriel Covarrubias Ibarra (QEPD), al conocer la cifra poblacional de su municipio, reaccionó de una manera muy distinta, apareció ante los medios de comunicación para informar que no aceptaba el resultado del censo, ya que, en su percepción, había sido un ejercicio deficiente, que había omitido contar a una buena parte de la población del municipio.Intentamos infructuosamente explicarle que la información censal tenía un sólido soporte metodológico que podía probar científicamente la calidad de sus datos. Él se remitía a decir que no podía aceptar que Guadalajara no registrara un crecimiento poblacional importante, incluso llegó a expresar que era una afrenta a la autonomía municipal.Buscamos hacerle ver que un municipio con las características geográficas de Guadalajara, seguramente en un corto plazo ya no sólo no crecería más, sino que empezaría a registrar disminución de su población.El alcalde ignoró nuestras explicaciones, desconoció el resultado censal, y decidió aplicar “su propio censo” del que en rueda de prensa publicó un resultado: 2’400,000 habitantes en Guadalajara. Nunca se dieron a conocer los elementos técnicos que eventualmente sustentaban esta cifra: soportes metodológicos, cuestionarios, cartografía, bases de datos, etcétera.Esta historia viene hoy a colación dado que el Inegi acaba de dar a conocer los resultados del Censo Poblacional de 2020. La población de Jalisco creció un 57% durante los últimos 30 años, al llegar a 8´348,151; mientras que la población del municipio de Guadalajara decreció un 16% y ahora tiene 1´385,629.La dinámica demográfica de la Zona Metropolitana es muy clara y su tendencia se visualizaba claramente en 1990. El municipio de Guadalajara se estaba agotando territorialmente, mientras que los municipios periféricos contaban con extensas tierras muy atractivas para la construcción de nuevos fraccionamientos.Además, era evidente que la transformación del uso del suelo se daba cada vez más aceleradamente, zonas originalmente habitacionales, se tornaban gradualmente en zonas de oficinas y comerciales.Hoy se puede comprobar que el crecimiento de la metrópoli se dio de forma radial. En los municipios de Zapopan y Tlaquepaque, a lo largo de esos 30 años, su población se duplicó; mientras que en Tonalá se cuadriplicó, en El Salto se multiplicó por 6 y en Tlajomulco por más de 10.En consecuencia, los movimientos migratorios internos se dieron del municipio de Guadalajara hacia el resto de los municipios metropolitanos. Asimismo, la emigración de otros lugares hacia la Zona Metropolitana fue captada fundamentalmente por los municipios conurbados.En 1990 en el municipio de Guadalajara residía el 31% de la población de Jalisco; actualmente la proporción se ha reducido al 17%.Creo que actualmente, a diferencia de lo ocurrido 30 años atrás, tanto autoridades como ciudadanos coincidimos en que el que un municipio no registre un crecimiento poblacional no es una afrenta, sino una realidad derivada de la dinámica de las grandes metrópolis. Finalmente, Guadalajara, si bien ya no es el municipio que aglomera más gente en Jalisco, seguirá siendo la capital y el municipio más importante del estado.