Lunes, 25 de Noviembre 2024

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Guadalajara: retratos del territorio perdido

Por: Diego Petersen

Guadalajara: retratos del territorio perdido

Guadalajara: retratos del territorio perdido

La sensación de abandono del espacio público por parte de las autoridades no es gratuita. No es un discurso de opositores que quieren que le vaya mal a Jalisco, ni un artilugio de redes sociales. Es fruto de la experiencia de quienes vivimos la ciudad y su deterioro. Valgan dos casos que ilustran el abandono.

Vamos a cenar a la zona de Chapultepec. Los restaurantes comienzan una lenta pero optimista recuperación tras dos terrible años de Covid. Encontramos un lugar a media cuadra de nuestro destino. Es el frente de un negocio abandonado, uno más de los que cerró durante la pandemia; la basura acumulada, el grafiti de piso a techo, puertas y ventanas incluidas, no dejan lugar a dudas. Mal nos bajamos del auto una persona de mediana edad, ataviada de saco y corbata de colores llamativos, pelo cortado con estilo, a bordo de una motoneta nos hace saber que él cuida la zona, que son 40 pesos y se paga por adelantado. No hay opción, no hay pregunta de cortesía, el consabido ¿se lo cuido joven? Esa es la cuota, dice, pero yo me encargo de que no le pase nada a su auto. Cedemos a la extorsión más por temor que por la certeza de que estamos pagando un servicio. Durante las dos horas del viernes por la noche que estuvimos en el restaurante no pasó una sola patrulla de policía por la calle. Ni una.

En Miravalle, en el cruce de Gobernador Curiel y Arquitectura, a unos metros del entronque con la vía del Ferrocarril el nudo vial es terrible. La gran cantidad de tráileres y los autobuses articulados del Macrobús hacen sentir a cualquier automovilista como hormiga en medio de una estampida de elefantes. Por supuesto no hay policía vial. Si es que existen, como dice el gobierno, están en otro lado, no donde se necesitan. Un joven en situación de calle entiende el problema y ve en ello una oportunidad: por módicos diez pesos te hace pasar, se para frente al enorme Torton que avanza decidido, aplicando la ley de la selva urbana (el más grande pasa primero) y con ademanes histriónicos, haciendo ver que su vida está en peligro, logra lo imposible: poner orden y que los traileros cedan el paso.

¿De qué seguridad hablamos cuando alguien que no es el Estado cobra y obliga al pago de piso en el espacio público? ¿De qué tamaño es la ausencia de la Policía Vial que estamos dispuestos a pagar porque alguien ordene el tránsito? Algo está de cabeza cuando el control del territorio no lo tiene la autoridad, cuando hay que pagar un impuesto (porque nada es opcional) para circular o tener seguridad en tus pertenencias.

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