Sábado, 23 de Noviembre 2024

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Guadalajara, cómo llegar

Por: Armando González Escoto

Guadalajara, cómo llegar

Guadalajara, cómo llegar

De que llega, llega, sabiendo de antemano que el mismo trabajo da llegar que salir, dependiendo del día, la hora, de dónde venga o hacia dónde quiera escapar. La manera más efectiva y rápida sería en paracaídas, pero tal solución es complicada, la otra forma sería en helicóptero, lo cual es muy caro y carece de servicios habituales.

Si va o viene por la carretera de Colotlán, una vez que deja la carretera de Tesistán, todo mejora, y cuando la toma, todo empeora. Si viene por la carretera de Ixtlahuacán del Río, ármese de paciencia, precaución y entereza, goce del paisaje cuando pueda y admita que manejar a poca velocidad, aunque resulta muy contaminante, tiene también sus placeres.

Las entradas provenientes de Chapala, Los Altos, Morelia y Nogales son procesionales casi a todas horas, a menos que le guste madrugar.

La explicación proviene de que esta noble metrópoli solamente tiene siete entradas y un solo Anillo Periférico (La ciudad de Aguascalientes tiene tres). Por lo mismo, el anillo que debería ser un distribuidor eficiente está todo el tiempo con una pavorosa sobrecarga vehicular.

La ilusión según la cual la Zona Metropolitana de Guadalajara puede crecer al infinito sin que nada ni nadie se lo impida explica en parte esta situación. Cualquier obstáculo que pudiese interponerse entre dicha ilusión y la realidad, ha sido de inmediato superado por el interés inmobiliario, y así, la llamada mancha urbana sigue creciendo para todos lados, excepto hacia la barranca, gracias a que no existen puentes a nivel que la eviten, y dadas las circunstancias, ojalá y jamás vayan a existir.

Tampoco tenemos una infraestructura adecuada para que por lo menos los automovilistas que vienen del sur puedan dejar sus autos y continuar su viaje en el tren ligero de Federalismo, que debería prolongarse al menos hasta Santa Anita, ni tenemos trenes sub urbanos que confluyeran en la antigua estación de ferrocarril, pese a que las vías se hallan en buenas condiciones, solución que don Ildefonso Loza Márquez propuso hace veinte años.

Pero tampoco tenemos una cultura cívica que nos permita dejar el auto, por el contrario, quien lo tiene, lo tiene para usarlo hasta para ir a comprar chicles a la tienda más cercana.

Añádase el hecho evidente y comprobable todos los días, de que la mayor parte de los automovilistas parece que no sabemos manejar, o que pensamos que manejar un auto es un asunto enteramente mecánico: encenderlos y conducirlos, nada más.

Misterio difícil de desentrañar es explicarnos por qué razón el tráfico se estanca aún en avenidas o calzadas que no tienen semáforos, una hipótesis plausible redunda en nuestra torpeza para sabernos conducir en las calles, particularmente el hecho de que en dichas vías cada persona conduce a distinta velocidad, a tenor de sus intereses, de sus dudas o indecisiones, de sus temores o expectativas, de la velocidad que cada quién considera la correcta, sin que haya acuerdo unánime al respecto.

Tampoco tenemos información oportuna sobre vías bloqueadas, encharcadas cuando llueve, en reparación, o de momento cerradas por el motivo que sea, información vital que alguien debería estar ofreciendo continuamente si se trata de solucionar este problema.

Una noticia feliz: si viene a Guadalajara, difícilmente se topará con agentes de tránsito, hace años que la dependencia decidió actuar con extremada discreción y dejar a la población enteramente a su suerte, excepto en lo que mira a incrementar el monto y las causales de las multas.

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