Cuna de la mexicanidad, Ciudad de las Rosas, Perla de Occidente, Silicon Valley mexicano, Ciudad Creativa Digital son apenas algunos de los apelativos como la élite tapatía autonombran a Guadalajara, la capital del estado de Jalisco. Regularmente los aniversarios de fundación de Guadalajara se prestan para hacer recuentos de lo que es ahora la capital antes de Nueva Galicia y ahora del estado federado de Jalisco. Varios de los recuentos se quedan atascados en un chauvinismo provinciano que cree que Guadalajara es la mejor ciudad de México o al menos la ciudad y su región de influencia que han dotado de significado al nacionalismo mexicano con la música de mariachi, los trajes charros, el tequila y la charrería, pero historias más detalladas de todos estos símbolos refutarán la paternidad exclusiva de la región en estas identidades nacionales.Un análisis más desprejuiciado de lo que es ahora Guadalajara no debe hacer olvidar que su origen es un emplazamiento poblacional y militar de una de las naciones hijas del mercantilismo europeo que se lanzó a conquistar territorios y expoliar tierras poblaciones para obtener riquezas.Si queremos entender lo que hoy es Guadalajara no debemos olvidar que su fundación se explica por los impulsos de conquista de la monarquía española y que esta conquista se hizo pasando por el despojo de territorios y bienes comunes que pertenecían a los pueblos originarios que habitaban el Occidente mesoamericano.Aunque muchos pueblos originarios resistieron la conquista española y europea, como los pueblos wixárikas, nahuas, tepehuanos y cocas, muchos otros pueblos fueron arrasados y eliminados no sólo sus pueblos y recursos, sino su idioma, cultura y cosmovisión del mundo. Esta historia de pueblos arrasados y desterrados son parte de la historia de la ciudad.Tras tres fundaciones previas, Guadalajara se funda en el Valle de Atemajac y con muchas penurias, las administraciones coloniales de la Nueva Galicia fueron asentando su dominio en una región predominantemente agroganadera mediante las encomiendas y posteriormente un sistema de haciendas que le dio fama y riqueza a la Guadalajara colonial.Curiosamente, la Independencia de México pareció no cambiar sustancialmente el papel de la región de Guadalajara en la economía capitalista orientada a las actividades primarias, proceso que se aceleró con una oleada de despojos en le región de la capital de Jalisco alentadas por las leyes liberales de desamortización de tierras, que significó otro periodo de despojos y asaltos a los territorios de las comunidades indígenas y campesinas de la región.A fines del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, Guadalajara y su región se encandiló en el industrialismo capitalista pensando que así llegaría el progreso. Lo que llegó fue la explosión demográfica alentadas por las migraciones del campo a la ciudad y la consolidación de zonas y corredores industriales que transformó a los campesinos tradicionales en obreros asalariados. La creciente migración transformó Guadalajara creciendo sus periferias primero hacia el Oriente de la ciudad, y después comiendo las tierras agrícolas de los alrededores que se convirtieron en colonias de autoconstrucción, primero, y posteriormente en colonias y fraccionamientos ofrecidas por el capital inmobiliario que ha sido un agente primordial para entender la crisis que ahora vive la ciudad.La crisis de la década de 1970 llevó al Estado mexicano y las dirigencias empresariales a rediseñar la base industrial tapatía de productora para el mercado nacional a aceptar inversiones extranjeras especialmente para las maquilas y la industria electrónica que convirtió a la Zona Metropolitana de Guadalajara en nodo de producción y exportación. Casi en paralelo creció la agroindustria de exportación con sistema de producción extremadamente contaminantes. Al mismo tiempo, Guadalajara se convirtió en sede de los principales cárteles del capitalismo ilegal que operan en México. Estas últimas dinámicas de acumulación (inmobiliario, industrial, agroexportador y narcotráfico) explican la economía que ahora impera en Guadalajara, una zona metropolitana de cinco millones de personas, de las cuales la mitad está en pobreza o marginación.Guadalajara es ahora una ciudad convertida en nodo de acumulación del centro-occidente del país y que ofrece pésimas condiciones de vida para la mayoría de los habitantes de esta urbe. Una urbe que los condena a viviendas precarias, hacinadas y alejadas de los centros de trabajo, educación y esparcimiento que los obliga a pasar varias hora de sus días en un transporte público caro y poco eficiente. Estos ritmos de vida termina por producir cuerpos exhaustos y agotados tanto en el trabajo como en el transporte. En conjunto, Guadalajara es ahora un espacio del capital, con un sistema urbano maltrecho, disfuncional y que no propicia condiciones para que la mayoría tenga una vida digna. rubenmartinmartin@gmail.com / @rmartinmar