Apenas ayer Guadalajara cumplió 479 añitos: podrán parecernos muchos, aunque en realidad son muy pocos en nuestro tiempo conocido. En estos casi cinco siglos, nuestra ciudad ha vivido guerras, cataclismos, hambrunas, epidemias y todo tipo de calamidades. Sin embargo, nunca nos habíamos visto obligados a comportarnos de tal manera que pudiéramos cooperar para superar el contratiempo. Porque la experiencia así nos lo ha enseñado, debemos actuar con plena conciencia de nuestra corresponsabilidad y deberemos hacerlo con humildad, congruencia, solidaridad y amor, como lo hicieron quienes nos precedieron en el camino. Esta no es la primera ni será la última prueba que habremos de superar. En los siglos XVIII y XIX, nuestra ciudad sufrió varias epidemias, algunas realmente devastadoras, en especial la que diezmó a los tapatíos en los años 1785 y 1786. Tuvimos, entonces, la fortuna de que un hombre excepcional, Don Fray Antonio Alcalde, obispo de la diócesis, decidiera construir -de su peculio- la mayor obra de beneficencia en la historia de Guadalajara: el hospital Real de San Miguel de Belén, con capacidad para atender a “mil enfermos, o más, en caso de epidemias”. En esa maravillosa edificación, actualmente convertida en el Hospital Civil Fray Antonio Alcalde, se siguen prestando los servicios de salud “a la humanidad doliente”.Hoy las circunstancias son diferentes, pues el fenómeno que nos invade es global, nadie en el planeta puede escaparse del mortal virus, salvo atendiendo las recomendaciones que el sentido común ordena: autoprotegerse y esperar la vacuna, en el entendido de que, por el subdesarrollo de México en materia de investigación científica y tecnológica, estamos condenados a aguardar que las naciones más poderosas del mundo resuelvan, en primera instancia, su demanda interna y luego atiendan a quienes somos dependientes. El manejo de las autoridades responsables al enfrentar la crisis sanitaria ha sido tan lamentable como deplorable. El Presidente, quien debe ser ejemplo, continúa con su necia actitud de no usar tapaboca.Entre tanto, el invierno se aleja y la primavera se apresta a invadir con sus colores y aromas las calles de nuestra ciudad. Nuevamente, las jacarandas vestirán el ropaje de la cuaresma para recordarnos el martirio de quien murió por nosotros, como hoy lo hacen los miembros del sector salud quienes, sin importar sus vidas, atienden a los enfermos de coronavirus, tal es el caso de la enfermera María Ramírez González, recientemente fallecida en cumplimiento de su misión. Seguramente, por los años de los años, seguirán floreciendo las jacarandas, las azaleas, los tabachines, y los olores de azares, jazmines, gardenias y gran duques seguirán perfumando nuestras calles, el Sol seguirá dándonos su calor y la Luna iluminando nuestras noches y los hijos de los hijos de nuestros hijos seguirán enraizados a esta noble tierra que ha nutrido nuestras ilusiones y nuestros amores… Sí, aún no superamos este reto, pero sin duda lo lograremos, como aquellos entrañables peregrinos que, llenos de ilusiones, un día llegaron de lejanas tierras para construir en este solar su hogar y hacer su Patria…¡FELIZ CUMPLEAÑOS, GUADALAJARA!eugeruo@hotmail.com