En Estados Unidos la prensa escrita engloba sólo la cuarta parte del total de medios, pero genera más de la mitad del contenido original a través de reportajes, investigaciones y entrevistas que luego reproducen la televisión y la radio. Seguro en México ocurre algo similar. En las últimas semanas, la prensa escrita en Jalisco demostró una vigorosa capacidad crítica ante el poder, muy saludable para nuestro debate democrático. Las “benditas redes sociales” han probado su incapacidad democratizadora, lo contrario de lo que imaginamos hace más de una década. Convertidas en cámaras de eco o burbujas, sólo nos regresan la imagen de nosotros mismos (como narcisos digitales) para confirmar nuestras creencias y sesgos sobre la realidad. En cambio, sin los “benditos periódicos” de Jalisco jamás nos habríamos enterado:Que a cuatro años y medio, el presente sexenio registró 10 mil 643 homicidios que superaron los 8 mil 50 de todo el sexenio anterior (son datos del Sistema Nacional de Seguridad, como dice el gobernador). Que el número de desaparecidos se duplicó en esta gestión. Aristóteles heredó una crisis de seis mil 940 personas sin localizar, pero con Alfaro se agravó el problema con 14 mil 058 desaparecidos a la fecha, según su registro estatal. Que de 712 cadáveres identificados en fosas clandestinas este año (la otra mitad está sin identificar), el 90 por ciento tuvo reporte de desaparición. Esto evidenció que una fosa clandestina, lejos de ser un indicador positivo de que en la actual administración “se busca”, sólo es la consecuencia del delito de desaparición que la Fiscalía ni previene ni castiga. Que cuando el gobernador presumió que en mayo vincularon a proceso a 441 presuntos delincuentes por diversos delitos (y publicó sus rostros), eso implicó que se procesó a menos del 3 por ciento de los responsables de los más de 17 mil delitos que en promedio se denuncian al mes en el Estado. Que Alfaro inventó la categoría ilegal de “agresión directa” para distinguir los homicidios de los cuerpos exhumados de fosas y con esto “redujo” los asesinatos. El criterio es absurdo, ¿pues de qué otra manera se comete un homicidio sino por “agresión directa”?Que la metodología del Gobierno estatal para clasificar fosas clandestinas es arbitraria. Por ejemplo, excluyó de la estadística oficial de fosas los restos de los ocho desaparecidos en Zapopan porque propiamente no estaban inhumados sino en bolsas y ocultos en una barranca. ¿Cómo se catalogaron si no fueron cuerpos localizados en fosas ni víctimas de “agresión directa”? Pese a los ninguneos de los gobernantes, la crisis del modelo de negocios, los monopolios digitales y la pérdida de credibilidad ante los lectores (injusta en mi opinión y promovida convenientemente por el poder político), en Jalisco el periodismo aún es un oficio intelectual que indaga en la realidad. No sólo gente que pone una grabadora y transcribe. jonathan.lomelí@informador.com.mx