Más allá de la cuestionable gestión del gobierno de López Obrador, la Pandemia ha puesto en evidencia las debilidades del Capitalismo. Un sistema que ha demostrado poca resilencia frente a la crisis. Sistemas de salud frágiles, insuficientes y desiguales. Un Estado débil, incapaz de responder a la realidad. Gobiernos rebasados, dedicados a buscar culpables, antes de dar soluciones. Una población sin guía. Un virus que lleva los tiempos de la naturaleza. Una sociedad huérfana y desprotegida sin vacuna. Desequilibrios entre economías y clases sociales. Una enfermedad que ataca a los más pobres y vulnerables, dejando en evidencia que la concentración del capital es un síntoma claro de letalidad. Aprendizajes y derrotas. Discriminaciones que nunca se han ido regresan a las calles, a las mesas de debate, a la opresión policiaca y a la sangre. El racismo, el clasismo, la violencia de género, la violencia familiar y la señalización del “otro" bajo estereotipos violentos. Gritos de reivindicación causados por la desigualdad y las economías colonizadoras. Marchas que buscan un piso parejo y reclaman justicia.La pobreza y el desempleo crecen más rápido que los contagios y las muertes. Las empresas se declaran en quiebra y el ingreso desaparece. Los padres de familia se ahogan en sus deudas y la economía informal formaliza su desesperación y abandono.Mientras tanto la rapiña no pierde el tiempo. Los depredadores aprovechan la urgencia de la gente. La inseguridad continua cavando fosas clandestinas. Los cárteles del crimen organizado levantan la mano como benefactores del pueblo y la corrupción aumenta.Hay razones para cuestionar las fallas en el sistema económico global y local, pero también las formas en las que cada país ha enfrentado la crisis. Sí, necesitamos fortalecer al Estado, no a los caudillos. Fortalecer a los organismos autónomos y reguladores, no debilitarlos. Debemos defender el derecho a la libertad de prensa, no a la censura. Debemos proteger a la naturaleza y generar energías limpias, no contaminantes. Debemos respetar al árbitro (INE) y no descalificarlo. Debemos capacitar a las fuerzas del orden público, no a la militarización. Y es que estamos balanceándonos en una cuerda muy delgada. Debemos dejar atrás el discurso polarizador. Desarrollar economías mixtas entre el Estado y la iniciativa privada. Economías solidarias. Construir argumentos y oposiciones responsables para un electorado despierto que busca de alternativas. Dejar la propaganda basada en el manejo de las percepciones por encima de la realidad. Desterrar las posiciones mesiánicas y totalitarias. Dejar atrás los "otros datos" que engañan e inventan mundos paralelos. Se necesita un cambio que crea y fortalezca las instituciones, pues no se puede aspirar a una vida democrática sin contrapesos.Y no olvidar que en un entorno como el que vivimos, cuando la mentira llega al desierto, un espejismo llena de esperanza al viajero, y en esa idea, acelera el paso y así, su muerte.No dejes de latir@JoseiRasso