En la literatura y en el cine ha sido un tema recurrente y obsesivo la multiplicación de una epidemia o de una plaga por un efecto de la naturaleza, por un accidente de laboratorio, o por torpeza.En la clásica película “Fantasía”, el aprendiz de brujo por torpeza provoca que todo se hunda en el caos, un caos que como aprendiz no es capaz de controlar. La película “Marabunta”, narra una inusual explosión de hormigas que avanza imparable devorando todo a su paso, mientras que en el cine contemporáneo la película de los “Gremlins” de 1984 enseña que no seguir las reglas puede ocasionar verdaderas catástrofes.En México, los Gobiernos de los tres niveles semejan al laboratorio del brujo, cuyo aprendiz, carente de conocimiento, pero sobrado de ocurrencias convierte la administración en un desorden donde todo mundo acaba haciendo lo que le viene en gana, algo semejante sucede en los Congresos, toda vez que los requisitos personales para ser senador o diputado ni siquiera incluyen saber leer y escribir, ¡sería discriminatorio!, así que usan la “varita mágica” sin ton ni son.El imparable crecimiento de la burocracia y de la corrupción nos recuerdan esa masa creciente de hormigas devorando todo a su paso y sin dejar provecho alguno para nadie, por lo mismo, cuando cae una tromba en la ciudad no saben cómo afrontar las consecuencias, ocupados como están en corroer y acaparar, y a todo esto ¿existirá todavía una cosa que llaman “vialidad”?Los Gremlins son unas criaturas extrañas y perversas que se multiplican con el agua, es decir, de la manera más fácil que imaginarse pudiera, pero nunca falta quien les ofrezca el líquido prohibido y de pronto su crecimiento se hace exponencial. Eso es justo lo que ha ocurrido con la delincuencia en este país, les dieron “agua” sin saber las consecuencias. En un primer momento trataron de chantajearla, pero eso era como darles agua a los Gremlins, crecieron mucho más, hasta llegar a ser ellos los que ahora chantajean a gobierno y ciudadanía, ante ese escenario, trataron de reprimirlos con la fuerza de las armas, no precisamente de la inteligencia, y medio mundo protestó satanizando la así dicha “guerra de Calderón”. Viene enseguida un gobierno que renuncia a hacerles la guerra, y la otra mitad del mundo protesta con igual vehemencia, total que, entre los balazos de uno y los abrazos de otro, lo cierto es que la delincuencia sigue creciendo.Entonces los señores políticos toman conciencia de la magnitud del problema, de su incapacidad para siquiera controlarlo, y así, deciden mejor ignorarlo. En verdad, pareciera que lo que hacen es compartir el poder legalmente recibido con quienes lo arrebatan y ejercen de manera ilegal. Si para seguir en el poder y sus ganancias, hay que compartir, pues comparten, y a la gente no le queda más remedio que reforzar la seguridad de sus casas y negocios, armarse hasta donde es posible, y acabar admitiendo que esa es la realidad y que de todos modos hay que seguir viviendo mientras no te toque la desgracia de pasar ahí donde estalla dinamita, o en medio de una balacera, o que te quiten el vehículo para incendiarlo a media carretera, o te levanten a ti o a un familiar, o te toque la desgracia de conseguir empleo en el lugar equivocado. ¿Importa esto a ese mundo de pre candidatos que brotan por todas partes como hormigas o gremlins?