El 13 de septiembre de 2008, Genaro García Luna, entonces secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón, ayudó al Cártel de Sinaloa a traficar 5 mil kilogramos de cocaína de México a Estados Unidos, según el expediente 19-CR-576 de la Corte de Nueva York. Ese mismo día, según la portada de EL INFORMADOR, el entonces secretario de seguridad de Jalisco, Luis Carlos Nájera, anunció que la Federación instalaba un retén en Puerto Vallarta ante la ola de asesinatos vinculados a la disputa territorial de los cárteles. Son dos realidades paralelas: altos funcionarios trafican droga y al mismo tiempo combaten al narco en el discurso oficial. Incluso el mismo día. En la imputación definitiva del 30 de julio de 2020 contra García Luna, Seth Ducharme, fiscal del Distrito Este de Nueva York, enumera los componentes que estructuran un Cártel del narcotráfico.Por eso, el caso García Luna no puede reducirse a la empresa de un solo hombre. Lo demuestra el hecho de que el expediente en su contra, según el último engrose enviado por el fiscal al juez Brian Cogan –el mismo que enjuició a “El Chapo–, acumula 189 mil páginas que incluyen llamadas intervenidas, registros financieros y contables, videos, órdenes de cateo y documentación que proporcionaron las autoridades mexicanas.García Luna es acusado de traficar más de 50 mil toneladas de cocaína a Estados Unidos. Parece poco para “comandar una empresa criminal continua” en alianza con el Cártel de Sinaloa como lo describió el fiscal Ducharme.Los cargos contra García Luna son tres por narcotráfico, uno por liderar una empresa criminal y otro por falsedad de declaraciones. Todas estas felonías cometidas desde 2002 cuando era director de la Agencia Federal de Investigación (AFI) con Vicente Fox. Es decir, su colusión fue transexenal. De hallarse culpable, García Luna enfrenta mínimo 20 años de prisión y hasta cadena perpetua.El dilema es si este juicio será otra vez contra un solo hombre o abrirá, ahora sí, la puerta a un verdadero maxiproceso que obligue a las autoridades mexicanas a emprender una investigación que desarticule las redes de complicidad, criminales y financieras que componen a un cártel del narcotráfico en México. De no ocurrir esto último, estamos sólo ante el cartel de una película ya vista en donde importa más la narración espectacular que la desarticulación de una estructura delictiva. Y que tendrá la misma repercusión que el juicio a “El Chapo” Guzmán: ninguna.