La semana pasada anduve en el ISPA Guadalajara 2019. (ISPA: International Society for the Performing Arts) y una de las cosas que más disfruté fue: “Edipo: Nadie es ateo” de David Gaitán. Tengo un gusto particular por la obra de Gaitán, así como por la obra de Claudio Valdés Kuri y Mauricio Lozano. Sin embargo, la experiencia de “Edipo” fue potente.El ISPA fue un evento inédito; un evento que en el mundo de las artes escénicas no se habia dado en Guadalajara y que -desde mi perspectiva- al artista escénico llámese productor, director o director de compañía le podría servir para abrirse a otros mercados (contactarse, venderse y cómo no, aprender). En algunas cosas, sobre todo cuando los estudiantes tomaban micrófono para hablar con tal o cual ponente, me recordaba a la FIL. Yo siento que la FIL fue en parte mi escuela, ahí aprendí a correr para reportear.Y ahí estaban los estudiantes haciendo sus preguntas sobre el arte, los mercados, los pueblos originarios y la vida. De hecho hubo una joven que terminó la sesión de “Artes tradicionales contemporáneas de México” llorando a mares frente a micrófono, luego de escuchar a Rubén Albarrán, Conchi León y La Bruja de Texcoco (¡Magnánima!) hablar sobre el centro de su propia identidad. Eventos así, tocan a mucha gente y ahí estoy yo buscando a cual pista subirme; la de teatrera o la de comunicadora o la de lloradora de mares frente a mis ídolos.Entonces llego a la función de Edipo. El teatro está oscuro y sólo escucho el llanto negro de un bebé. David Gaitán reescribió el mito de Edipo; lo respeta, le da la vuelta y nos lo muestra en su factura clásica pero en la constelación contemporánea. Gaitán ha construido con cinco personajes la tragedia: Edipo, Yocasta, Creonte, Tiresias y un mensajero.Se señala que la obra es “argumentativa”, diserta sí. Sin embargo estas disertaciones que nacen del núcleo mismo del conflicto, no la debilitan. No para mí. La hacen, al contrario, sumamente potente, cercana y contemporánea. Yo escucho esa voz de Gaitán quien de pronto se vuelve autor dentro del autor y es precisamente lo que a mi me gusta. Gracias a Gaitán a mi me atrapa. Actúan en este trabajo Raúl Briones, Carolina Politi, Adrián Ladrón, Diana Sedano y Ramón Morales. Los intérpretes ni siquiera ensalzan la tragedia… se deslizan en lo humano, como si fuera una pieza de pronto.El trabajo de Gaitán esa noche fue un regalo. Claro -pensé- el teatro es está comunión de todos, esta inexplicabilidad de un elefante puesto en la sala, este silencio, “esta familia que haces para decirle adiós” como dijo mi famoso Diego Luna, quien también recibió un premio en ISPA, mismo que le iba a dar a su papá Alejandro Luna el iluminador de la obra.