Miércoles, 20 de Noviembre 2024

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"Fuchi, guácala...!"

Por: Jaime García Elías

"Fuchi, guácala...!"

¿Admonición…? ¿Filípica…? ¿Reprimenda…? ¿Sermón…? ¿Qué quiso ser el parlamento -póngale usted, lector amable, los calificativos que estime pertinentes o adecuados- que dedicó el Presidente López Obrador, genéricamente, en una de sus más recientes “mañaneras”, a los mexicanos que tienen con el Jesús en la boca a la mayoría de sus compatriotas -los que, según las encuestas, consideran que la inseguridad y la violencia, más que la pobreza o la injusticia institucionalizada, son las mayores lacras que sufre este país-, porque aquéllos decidieron hacer del delito (el robo, la extorsión, el narcotráfico…) su modus vivendi…?

-II-

Lo más probable es que quien puso el tema de la violencia en la “mañanera” de ese día, esperaba una respuesta derivada de las sesiones que el Jefe de la Nación tiene con los responsables de las dependencias relacionadas con la seguridad, antes de sus encuentros cotidianos con la prensa; información, así fuera muy genérica, sobre las estrategias programadas al respecto: coordinación con los organismos estatales y municipales de seguridad; despliegue de la flamante Guardia Nacional… Si no acciones concretas o estrategias específicas, por ser asuntos “de seguridad nacional”, sí, al menos, indicios de que el gobernante tiene un diagnóstico más o menos claro del fenómeno que -valga la reiteración- inquieta, preocupa y aún aterra a los gobernados.

-III-

Por las reacciones que sus palabras provocaron en la prensa o en las redes sociales, parece ilusorio esperar la enmienda de los malhechores…

Su mensaje (“Que se porten bien porque hacen sufrir mucho a sus mamás, a sus familiares…; ahí andan las mamacitas, sufriendo porque sus hijos están detenidos, porque no les han hecho justicia…; porque uno de los hijos, o dos, perdieron la vida…; sufren mucho las mamás…; entonces, a portarnos bien, todos…; y eso no es valentía…: eso de estar haciendo cosas indebidas, haciendo sufrir al prójimo, a nuestros semejantes…; ya chole con eso…”); su mensaje, decíamos, quiso ser emotivo; es decir, quiso tocar las emociones de los teóricos destinatarios de su filípica.

Si baja, en el corto plazo, la incidencia de delitos -especialmente después de los sonoros “¡Fuchi!” y “¡Guácala!” adicionales que ayer les dedicó--, será señal de que los delincuentes, en efecto, se conmovieron; de que recapacitaron; de que escucharon el llamado a ahorrar lágrimas y desvelos a sus sacrosantas madrecitas. De que decidieron, en fin, volver al buen camino… sin necesidad de que la autoridad tenga que pasar de los sermones a las acciones.

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