La mañana del 8 de febrero de 2019, 10 jóvenes dormían en las instalaciones de Ninho do Urubu, donde operan las Fuerzas Básicas del Flamengo, sin saber que nunca despertarían otra vez. Un cortocircuito en el sistema de aire acondicionado provocó un fuerte incendio a las cinco de la mañana en los dormitorios del centro juvenil de entrenamiento del club de Río de Janeiro.Tras suscitarse la tragedia, las autoridades recogieron los cuerpos calcinados de Athila Souza, Arthur Vinícius de Barros, Bernardo Pisetta, Christian Esmério, Gedson Santos, Jorge Eduardo Santos, Rykelmo de Souza, Pablo Henrique da Silva, Samuel Thomas Rosa y Vítor Isaías. Todos eran adolescentes de 14 y 15 años, de familias humildes de los alrededores de Río de Janeiro, con sueños de alcanzar el profesionalismo y emular las hazañas de Zico, Romario y otros ídolos que vistieron la playera roja y negra del “Mengao”. Tres chicos más resultaron heridos, con quemaduras que cubrieron 35% de su cuerpo.Este triste acontecimiento fue recibido por especial aflicción por los 32.5 millones de aficionados del equipo carioca, la hinchada más grande de Brasil y para muchas encuestas, del mundo. Aunque cuando se fundó en 1895 su intención era ser un club de práctica del remo, la incursión del “rubronegro” en el balompié brasileño trajo consigo la inclusión de todos los estratos sociales del país, aceptando a afrodescendientes, mulatos, indios, enfermos, mujeres y pobres, cuando los otros clubes, entre ellos su mayor rival, el Fluminense, los excluía. Ruy Castro, un escritor y periodista brasileño quien también realizó una popular biografía de “Garrincha”, el ídolo del pueblo de mediados del siglo pasado, señaló que Flamengo “ayudó a Brasil a hacer una nación”, debido a esa apertura. Tan popular es el equipo, que también tiene entre sus aficionados a Jair Bolsonaro, presidente de Brasil con ideología de ultraderecha y con declaraciones que denotan odio contra los sectores desfavorecidos a los que ha dado asilo el club.A pesar de la tristeza que embargó al “Mengao” por el incendio, a nivel deportivo las cosas marcharon mejor, gracias una política de fichajes con mucho dinero disponible que puso sus ojos en el futbol europeo para reconquistar el éxito. Empezaron contratando al portugués Jorge Jesús como entrenador, multicampeón en el futbol lusitano (principalmente con el Benfica), pero resistido en principio en un país especialista en correr técnicos con frecuencia, siempre y cuando éstos sean de nacionalidad brasileña. Respecto a los jugadores, se logró el regreso de Filipe Luís, lateral con muchos años de experiencia en el Atlético de Madrid, el guardameta Diego Alves (ex-Valencia) y Rafinha, quien militó 13 años en la Bundesliga alemana (Schalke 04 y Bayern Munich).Esta conjunción de esfuerzos ha llevado al Flamengo a caminar rumbo a su sexto trofeo nacional, luego de conquistar por última vez el Brasileirao hace 10 años y, finalmente, a conquistar la Copa Libertadores en un cierre cardiaco en Lima contra River Plate, con dos goles de su estrella, el atacante Gabriel Barbosa “Gabigol”, la esperanza del futbol brasileño que se estrelló en Europa al no brillar en el Inter de Milán, pero rehabilitó su aún incipiente carrera (tiene 23 años) en casa.Las alegrías han vuelto a un equipo invadido por la tristeza y la nostalgia a inicios de año. Sin embargo, los familiares de los chicos muertos reclaman que no han recibido las compensaciones económicas prometidas por el club, a pesar de los millones de dólares gastados en la plantilla del primer equipo. Ojalá y esta omisión sea atendida, y la redención del equipo carioca sea completa.