En México, ninguno de los que decidieron la Ley Fintech tiene menos de 30 años. Ni en el Banco de México, ni en Hacienda, tampoco en el Congreso. Es normal, dirán ustedes, eso ocurre con todas las cosas importantes: las decisiones finales corresponden a la gente experimentada. Por definición, los experimentados tienen más de 30 años, salvo en los deportes.Es normal, pero también absurdo. La revolución digital tiene como protagonistas a los millennials y ellos deberían estar en la mesa de toma de decisiones. El creador de Ethereum, la criptomoneda más importante después de bitcoin, tiene menos de 25 años. A esa edad, Mark Zuckerberg ya había convertido a Facebook en una empresa con valor superior a 10 mil millones de dólares. Menos de 30 tiene también el fundador de Stripe, que se encuentra en Bali buscando cómo su Unicornio puede ayudar a abatir la pobreza. Esa generación está haciendo los cambios. No deberían estar solos tomando las decisiones públicas, pero tampoco afuera.Lo que ocurrió en México está pasando en todo el mundo. Desconfía del que tiene menos de 30, parece ser un mantra en los que toman decisiones sobre fintech, reconocía el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim. “Al revés de lo que se decía en los 60, desconfía del que tiene más de 30”, ironiza el banquero. Necesitamos a esos jóvenes, algunos de los cuales hablan tan de prisa y piensan aún más rápido, dice Kim, si queremos que la tecnología aplicada a las finanzas ayude a la inclusión financiera, traiga más competencia y cambie la forma de apoyar a las Pymes.El mundo financiero necesita a los millennials, aunque no lo reconozca. El problema va mucho más allá de la elaboración de las leyes. Esa generación tampoco está muy representada en los órganos reguladores, reconoce la ministra de Finanzas de Indonesia. Sería ideal que la mayoría de los funcionarios que regulan fintech tuviera un perfil cultural más cercano a los millennials, pero no es fácil reclutar vocaciones reguladoras en esa generación. A la mayoría no le gusta desempeñar el papel de disciplinarios, de vigilantes.¿Qué quieren los empresarios fintech? Yo no quiero amor de las autoridades. Sólo quiero que no me estorben, explicaba en Bali uno de los empresarios tecnológicos más importantes de África: ellos se comportan como si fueran mis socios, me exigen información delicada sobre mi negocio que luego no entienden y además se quedan con una parte de mis ganancias. Un regulador europeo le contesta: nuestra tarea es evitar que destrocen el edificio, cuando se portan mal. Esto ocurrió en el contexto del lanzamiento de la hoja de ruta de los objetivos globales para fintech por parte del FMI y el Banco Mundial.En los retos de fintech, hay un tema generacional, también un asunto cultural. Los banqueros tradicionales no entienden mucho de tecnología, pero a los disruptores tecnológicos no les preocupa la estabilidad financiera macroeconómica, ni están afanados en ver la mejor forma de pagar impuestos. En México hay casi 300 empresas fintech y casi todos los grandes grupos financieros están apostando por productos 100% tecnológicos. Conceptos como crowdfunding se están volviendo de uso común. Hay quienes piensan que las fintech harán milagros y otros creen que traerán el Armagedón. Invitemos a los millennials a que