Si algo nos gusta a los mexicanos, es la fiesta, es la tomadera, el relajo, la pachanga, el bailazo. Echarnos una buena comida y estar con la familia o los amigos.¡Viva México! Tenemos algo muy especial que nos ata a nuestro querido país, algunos dirán que es un fabuloso mosaico multicultural, otros por sus hermosas playas, o sus ciudades coloniales, unos más dirán que por los vestigios maravillosos de nuestras culturas ancestrales. Y la mayoría coincide que por su folclor y gastronomía. Esos chilaquiles, las tortillas de nixtamal hechas a mano, la birria, el pozole. Los huauzontles, los papatzules, las gorditas, los tacos y tortas que sean, las aguas frescas y las nieves de garrafa. Todo un banquete para el paladar.Ese es el México que tanto queremos, el de los abuelos, los tíos y la bendita infancia. El cariño por la tierra que nos vio nacer.Tambora, mariachis, baladas y huapangos. Al son que me toques yo bailo por mi México querido.Será melón, será sandía, será la vieja del otro día, pero nada se le compara a este México tan amado por todos los que de corazón quieren a su patria.¿Y qué pues nos pasa, que nosotros mismos le damos en la madre?Eso sí que no lo llegamos a comprender, por eso me preocupa que tantas bondades y belleza, genere a su vez, a los muchos parásitos y sanguijuelas que vienen a estropear la fiesta que traemos, con su afán de joder al prójimo con la codicia y la violencia.Festejamos nuestra independencia de los peninsulares, pero en tantos años no nos hemos podido sacudir a los malandros que nos vienen a vender espejitos y quieren explotar con los látigos de la esclavitud del miedo y la sumisión.Sean políticos, líderes sindicales o simples delincuentes, pero son el prietito en el arroz de este México lindo y querido. Son la lacra que anda rondando y que nos impide disfrutar más del maravilloso país que tenemos.Es por México, que debemos sacar la escoba y el recogedor, para limpiar la basura de gente que se empeña en estropearnos la fiesta mexicana que traemos.¡Viva México, fuera las lacras!Que las campanas de la libertad repiquen de nuevo, para quitarnos de encima a los delincuentes y ser un país más seguro y dueño de sí mismo.