El fentanilo, su potencia y su devastador efecto en los Estados Unidos, es el nuevo tópico, el tema del que se habla lo mismo en Palacio Nacional (las mañaneras presidenciales), en los medios de comunicación norteamericanos, en las cámaras de diputados y de representantes de las dos naciones… y también en los hospitales del país.Recientemente, el Presidente Andrés Manuel López Obrador recibió a otra comitiva de legisladores estadounidenses, encabezada ésta por un republicano, John Cornyn. Este tipo de encuentros tienen poca utilidad, pero rebosan significados simbólicos que después son políticamente aprovechados. Después del encuentro, el Mandatario mexicano repitió lo que hemos escuchando durante semanas: no se permitirá que ninguna agencia estadounidense, es decir la DEA o el FBI, introduzca su personal a nuestro país para actuar contra el crimen organizado. Bueno, hay que matizar: no se los permitirán, si no avisan.¿Pero cuál es la realidad del tráfico del fentanilo? ¿Es el infierno desatado, tal como lo denuncian del lado estadounidense? ¿El Presidente López Obrador está atinado cuando anuncia que propondrá eliminar el uso médico del fentanilo?Adelanto antes de las respuestas: queda probado, otra vez, que en la mayoría de las crisis que enfrentamos, sea por asuntos médicos, climáticos o criminales, la clase política y los políticos suelen tener muy escasa información, no se asesoran de los especialistas indicados y para empeorar los resultados, tergiversan los datos que poseen para “acomodarlos” a sus intereses políticos. Falta mucha visión técnica y conocimiento en la toma de decisiones.Tuve la oportunidad de plantear dudas como las anteriores ante uno de los especialistas médicos más connotados en la materia que trabajan en Jalisco: el Dr. Guillermo Aréchiga Ornelas. Especialista en cuidados paliativos y encargado del área en el Hospital General de Occidente, con una trayectoria profesional de casi 40 años, dijo estar sorprendido de que el Presidente haya realizado un planteamiento como el de eliminar el uso médico del fentanilo.Resulta que en nuestro país se efectúan cada año entre cinco y siete millones de cirugías, desde las más complejas hasta las más sencillas. El fentanilo está presente en más del 90% de estas operaciones y en el contexto de un estricto sistema que aplica en todo el mundo, se hace un estimado del uso total del fármaco. Con toda la población, con toda la actividad hospitalaria y quirúrgica, México solicita poco más de 4.5 kilos de fentanilo al año. No es una equivocación: cuatro kilos y 500 gramos.Otro dato: es prácticamente imposible, con las medidas de seguridad vigentes, que una persona pueda comprar fentanilo. No se oferta en ningún lugar; prácticamente sólo se hacen ventas a hospitales, y apenas unos miles de médicos están autorizados con un estricto control, para hacer la compra del medicamento.Prohibir el uso médico no sólo no tiene nada qué ver con el narcotráfico, sino que generaría graves problemas en el Sector Salud, sin alcanzar en lo más mínimo a la actividad criminal.En contraparte, los decomisos de fentanilo son cada vez más numerosos y los volúmenes son de miles de pastillas que se manufacturan en laboratorios clandestinos. La ruta está totalmente identificada: Colima, Guadalajara y por el corredor del Pacífico hasta Tijuana o Nogales. Lo irónico del tema: no hay detenidos. Sólo decomisos.Una buena parte de la historia no la cuentan los políticos mexicanos, ni los estadounidenses. La distribución multimillonaria de la droga en territorio del vecino país se efectúa por miembros de cárteles de la droga, de los que no hablan los congresistas.Y en México, la solución que se propone provocaría más daños que beneficios. Mal y de malas.