Calma por favor. El día de hoy quiero invitar a los lectores a serenarse un poco, a tomar distancia, a respirar hondo. Sé que no le pasa a todo mundo, pero siento que a veces nos dejamos atrapar fácilmente por un acelere que a veces puede llevar a tomar decisiones apresuradas y, casi siempre, equivocadas o desafortunadas, de esas que luego implican que se reparen daños y se ofrezcan disculpas.Siento esto en las calles, en los comercios, entre conductores y peatones; y en los ámbitos virtuales, no se diga, quizá hasta más virulento y agresivo. No es para menos eh, pero de todos modos creo que podemos hacer un esfuerzo por calmarnos y, desde una actitud más tranquila, empezar a caminar o reanudar la marcha.¿Por qué digo que no es para menos? Los mexicanos de todos los sectores, niveles educativos, económicos y culturales, con mayor o menor conciencia social, con más o menos amor por México, hemos pasado desde hace varios años por sucesivos cambios que lejos de llevarnos a las esferas más altas del progreso, nos han condenado al retroceso, a las pérdidas, a la incertidumbre, a la insatisfacción.Raymundo Riva Palacio pregunta ¿por qué estamos tan enojados? Y asegura que no hay respuesta. Es difícil, ciertamente, aquí un intento: somos víctimas de una andanada continua de agravios infringidos por la clase política; los saqueos al erario, la profundización de las desigualdades, las injusticias, la corrupción, el tráfico de influencias, las malas decisiones, la pérdida de decencia política, la ausencia o dilución de las ideologías; la crisis económica que no cede, al contrario, empeora, en fin, conocemos de sobra todas estas circunstancias y la mayoría son de la historia reciente. ¿Qué será? ¿Unos cuarenta años? ¿Cuántas generaciones de mexicanos han nacido en este periodo y no conocen otra realidad? ¿Será suficiente respuesta?Y, encima de todo, cuando el electorado mexicano toma una decisión inédita, la división también se profundiza. Ahora, la “nueva” clase política no contribuye exactamente a que las cosas avancen o mejoren un poquito o que cambien ciertas percepciones. Han pasado 20 o 15 días desde que hay nuevo Gobierno en la República mexicana y en Jalisco, la información se sucede, todos los días se anuncian programas o desfalcos o diferencias de todo tipo (entre diputados y senadores; entre gobiernos estatales y el federal; entre alcaldes).La calma a la que apelo no sólo es porque estos son días especiales, de reencuentros gozosos y de disfrute familiar, de emociones, cercanía, amor, solidaridad, compasión y generosidad; ni es únicamente para estas fechas. Apelo a la calma, para empezar, de las nuevas autoridades. Pedro Kumamoto ha insistido en que se haga honor al ejercicio político auténtico, al que implica poner en primer lugar a la sociedad a la que se sirve y lleva a negociar para tomar las mejores decisiones; la política sin alteraciones, perversiones ni tergiversaciones. Política de diálogo, de discusiones sobre la mesa, con argumentos, con el interés y las ganas de que las cosas caminen. No he visto, hasta ahora, que esas “nuevas autoridades” hagan algo similar. Llevan agua a sus molinos mediante la confrontación y las bravuconadas, aunque digan que no son.Pido calma también, porque no se me hacen tiempos ni circunstancias para lanzarse todos los días a anunciar programas y acciones que, ante tal abundancia, se traslapan unas con otras y no se llegan a conocer ni a valorar en su justa medida. El manejo mediático me parece desafortunado y contraproducente. Es un atiborramiento que impide que la información llegue de manera puntual a todos, sin malas interpretaciones, como está sucediendo.Durante cinco meses, entre julio y diciembre, se generó muchísima información y, qué conveniente, el Ejecutivo federal lo permitió. Ahora que hay un nuevo Presidente todos los días hay “notas”, no sólo una, emitidas casi sin ton ni son a una sociedad dividida que toma lo bueno o lo malo o lo criticable o lo mal dicho, para agarrarse de ahí, profundizar las diferencias y aventurar juicios que se sueltan como si nada en redes sociales, se reproducen sin freno ni medida y despiertan más incertidumbre, causan más división: que si la Guardia nacional, que si el aeropuerto, que si el federalismo, que si el presupuesto, el terreno de 150 hectáreas, los despidos injustificados, el cierre de puertas a los burócratas el primer día del nuevo Gobierno en Jalisco, las obras fallidas por chafas e inconclusas aquí también; el saqueo en Los Pinos, el salario mínimo, los jóvenes, el Poder Judicial, la mariguana… Calma de verdad. Lo digo en serio. Ojalá todo esto se asiente, tome su espacio y su ritmo y las cosas vayan caminando bien para todos. Por lo pronto: ¡Feliz Navidad!