Con independencia de partidos, con independencia de ideologías, con independencia de formas de ver la historia, la política y filosofía, no es justo despreciarnos a nosotros mismos. No se vale. Somos a pesar del Gobierno actual, una de las 15 economías más importantes del mundo llamada a ser una de las quintas en los próximos años si estos lunáticos gobernantes no acaban con la economía nacional. A pesar también de la invasión gringa del siglo antepasado -ya se les está revirtiendo su movimiento artificial de fronteras con todo y el loquito actual mandón de allá-, somos además unos de los países territorialmente más grandes del mundo. No somos un pueblito en medio de la nada. Casi dos millones de hectáreas. Somos los reyes de la Hispanoamérica. No por nada nos llamaron la Nueva España, no una colonia, sino un nuevo Reino. Novohispano o Mexicano, da igual.El Jefe de Estado mexicano tiene una gran investidura. Una historia muy fuerte a las espaldas y una gran responsabilidad. Una de resistencia ante muchos poderes de todos lados y de muchos. Nos han atacado los mejores políticos y ejércitos del mundo y aún seguimos existiendo, con todas nuestras contradicciones y problemas. Esa investidura no se puede hincar. Ni ante sí mismo. Ni ante sí mismo, vuelvo a repetir. Porque a eso se dedica nuestro Jefe de Estado actual. Por desgracia y no solo es decepcionante. Pero aún así somos un gran país. Aunque no lo reconozcamos muchas veces por la historia oficial. Al parecer ni conocida por él, pero ya ni caso tiene. La historia de a deveras ya no cuenta un pepino. Si no conoce la historia oficial, mucho menos la intentadora de aproximarse más a la verdad, historiografía la más novedosa. Sino solo la suya inventada y seguida por un montón de personas. Qué horror.Parece que estamos en manos de gente odiadora de su México. Ya le pegaron a todos y viene más. A los ricos y a los pobres. Y el Jefe del Estado no asoma la cabeza sino en su espectáculo mañanero cada vez más intrascendente y rudo. Sin sentido.Sin sentido. Majadereando a todo mundo. Sin el menor sentido de lo significante de representar a éste gran territorio. Con una bola de colaboradores no de quinta sino de sexta, octava o décima o vigésima categoría cuando tenemos el talento de más del primer mundo.