El humo envuelve más seguido al Área Metropolitana de Guadalajara. Este año Jalisco es la Entidad con más superficie afectada por incendios forestales en el país. ¿Esto es normal? Ciertamente atravesamos un estiaje con sequía severa, ¿pero hasta qué punto lo anterior es atribuible a condiciones climáticas y hasta qué punto al factor humano? En otros años, el humo envolvía a la ciudad sobre todo en las grandes conflagraciones como la de 2012. Esta temporada acumulamos al menos cuatro episodios. El último este domingo, incluida la contingencia ambiental. El último Reporte Semanal de Incendios Forestales de la Conafor, al 30 de marzo, muestra un dato interesante. El tiempo promedio para detectar un incendio forestal son 24 minutos y los brigadistas demoran una media de 1.32 horas para llegar al lugar. Estamos mejor en comparación con otros estados. El año pasado el tiempo de detección fue de 44 minutos y 2.55 horas para llegar a la conflagración. Mejoramos. Si el problema no está en la detección oportuna, ¿entonces dónde? En el incendio del pasado domingo en el ejido de Santa Cruz de La Primavera hubo dos brigadistas lesionados. Se suman a otros dos heridos en un incendio también en el bosque. Es casi inédito en estos tiempos: el año pasado no se registró un solo incidente de este tipo. La profesionalización de los bomberos forestales ha sido una constante en los últimos años. Las muertes y lesiones casi se han erradicado. Sin embargo, las siete mil 548 hectáreas afectadas al último corte, las recurrentes contingencias atmosféricas y los brigadistas forestales lesionados son una alerta cuyos indicios nos obligan a hacer una revisión ante una posible falla a nivel institucional. Esta se originaría a partir de algunos elementos en donde asoma el factor humano. Una es la salida de Sergio Graf, titular de la Semadet, en septiembre del año pasado y un funcionario con amplia experiencia en el sector forestal. En su lugar llegó Jorge Israel García Ochoa, ingeniero industrial especialista en energías renovables, quien fungía como titular de la Agencia Metropolitana de Bosques Urbanos. Brigadistas forestales denunciaron que no se realizaron labores de prevención previo al estiaje, como quemas controladas, lo que detonaría falta de liderazgo y coordinación. Parece que llegan a tiempo a los servicios, pero la estrategia de ataque despierta dudas. Un incendio forestal requiere liderazgo y coordinación institucional: evaluar el terreno, delinear un plan, definir rutas de escape y seguridad, monitoreo de las condiciones atmosféricas, equipo, capacitación y conocimiento del terreno. Si las malas decisiones se combinan con la sequía severa, el cambio climático, las condiciones atmosféricas y el estiaje adelantado, tenemos un resultado problemático. Los brigadistas combaten las llamas, pero las instituciones previenen, atienden y coordinan la política de manejo del fuego. ¿Se acuerdan del desabasto de agua en la metrópoli? El Gobierno estatal insistió en culpar al cambio climático, pero especialistas sostuvieron que obedeció también a la negligencia institucional para gestionar el recurso. Nunca nos dieron una explicación clara, transparente y abierta; a este Gobierno no lo caracteriza la autocrítica y la aceptación de errores. Por eso en la presente temporada de incendios forestales la pregunta es pertinente: ¿estamos pagando una novatada o simplemente culpamos, otra vez, al cambio climático? Y todavía vienen los dos meses más difíciles… jonathan.lomelí@informador.com.mx