Al terminar la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) de este año, diferentes grupos de la sociedad realizaron lecturas sobre el resultado del encuentro al que acudieron estudiantes, potenciales lectores, políticos, académicos, literatos y editores. Las cosas pueden revisarse desde perspectivas tan diferentes como la promoción cultural, los negocios literarios, la difusión de información o bien, desde la pura y llana lucha política. Y en este último punto hay consenso: la FIL significó una sonora, evidente derrota para los manifestantes que con varios pretextos, pretendieron manchar el comienzo del evento, el sábado 26 de noviembre.El discurso de los inconformes fue confuso: respeto y respaldo a la FIL, pero abierto rechazo al “cacique” Raúl Padilla y sus “secuaces”, incluido claro, el rector general de la Universidad de Guadalajara, Ricardo Villanueva Lomelí, quien por cierto tuvo una memorable frase inaugural: “Aquí no hace falta nadie”.Y después, las cosas tomaron su rumbo, como el agua en un cauce de arroyo: decenas de miles de personas todos los días, hasta reunir una cifra final anunciada en la jornada de clausura, que llegó a 806 mil asistentes. Para el evento, que vivió su edición trigésimo sexta, se cumplieron de sobra los objetivos.¿Cuál es la lectura popular de lo ocurrido? Tratemos de sintetizar. El Gobierno del Estado trasladó al escenario de la FIL el conflicto que desde agosto de 2020 tiene con el Grupo Universidad (léase Raúl Padilla), e intentó hacer uso de sus aliados para exhibir debilidad del grupo político que efectivamente, lleva las riendas de la UdeG y de la FIL. No lo consiguieron.Este último episodio de una batalla que se prolongará terminó en una evidente derrota naranja.Las críticas a la postura del Gobierno jalisciense fueron abundantes y tuvieron origen en observadores locales, nacionales e internacionales. El costo para el Gobierno estatal ha sido alto, porque a la luz de los resultados y la capacidad de convocatoria de la Feria, resultó inexplicable organizar movilizaciones contra la FIL, al punto de igualarse -en el imaginario popular- con la postura del Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien aseguró que toda la actividad cultural, las conferencias, los análisis, las presentaciones de libros, los talleres, se reducen a un “foro del conservadurismo” para criticarlo.Esa imagen no le conviene a un gobernador que, como el de Jalisco, aseguró apenas unos días atrás que analiza si competirá en las elecciones del año 2024, pero sólo lo haría si es un candidato presidencial.A las observaciones simplistas sobre si la Feria es un espacio clasista o que no da resultados porque su realización durante 36 años no fructifica en jaliscienses más cultos o en un incremento notorio de la lectura, sólo se les puede responder con la certeza de las cifras y la experiencia formativa que varias generaciones han recibido al sólo acercarse a ese universo de libros que no se presenta en ninguna otra parte y que para fortuna de Guadalajara, se efectúa aquí y no en otra urbe.El choque político, ni duda cabe, continuará. Hasta que uno de los dos rivales se diluya o hasta que hallen pretexto ideal para reconciliarse.jonasn80@gmail.com@JonasJAL