No es una novedad, pero desde hace unos meses he conocido a más personas decir que evitan leer, ver o escuchar noticias sobre los principales acontecimientos diarios. Son familiares, amigos, conocidos que tomaron la decisión de no estar atentos a las informaciones diarias. Su argumento es que las noticias los abruman, les causan preocupación, ansiedad y hasta una sensación de impotencia: ante lo que ocurre, no se puede hacer nada. Desde nuestro contexto de Jalisco, uno no puede reprochar esa conducta de evadir el consumo de información. Comenzamos este año con el seguimiento de la terrible noticia de la desaparición masiva de cuatro jóvenes (tres mujeres y un varón) que salieron de Colotlán, Jalisco, a buscar diversión en el vecino estado de Zacatecas y ya no regresaron. Semanas después fueron encontrados sin vida. Casi al final de enero se reportó la desaparición de un joven ingeniero, Miguel Alberto Lozano Cuellar, de 32 años, tras acudir a una cita para la cotización de su trabajo de instalación de cámaras de videovigilancia en las inmediaciones del bosque de La Primavera, en Zapopan. Días después su cuerpo fue encontrado ya en descomposición. Terminamos el primer mes de 2023 con un incremento en el caso de feminicidios, entre ellos el caso de la agencia ministerial de Poncitlán donde un hombre asesinó a su pareja y a la madre de ella; y el caso de un taxista de Puerto Vallarta que le quitó la vida a su pareja atropellándola en tres ocasiones en presencia del hijo de la madre, de apenas siete años. ¿Quién quiere enterarse de esos horrores, de esas atrocidades? Nadie quisiera estas noticias diarias en su comunidad, en su ciudad. Pero esto es lo que tenemos cotidianamente en la Zona Metropolitana de Guadalajara, en Jalisco y en el país. México es, hoy por hoy, el país con más violencia en un contexto donde no hay oficialmente una guerra entre naciones, una guerra civil o un conflicto armado reconocido internacionalmente. Este contexto explica la actitud de millones de mexicanos que deciden justificadamente no leer, escuchar o ver las noticias. Pero lamentablemente esto no ocurre solo en el país. El Reuters Institute for the Study of Journalism, que tiene su sede en la Universidad de Oxford, Inglaterra, en un estudio que realiza anualmente en 46 países encontró el año pasado que el interés por las noticias cayó a 51 por ciento en 2022 en comparación del 63 por ciento de 2017. El Reuters Institute nombra a esta postura “evasión selectiva de noticias” y a través de su análisis basado en 93 mil entrevistas en 46 países de seis continentes revela un notable incremento en esta evasión de las noticias de millones de personas en todo el mundo. Por ejemplo, en Brasil se duplicó el porcentaje de personas que evita las noticias entre 2017 y 2022: pasó de 27 por ciento a 54 por ciento; en Reino Unido pasó 24 de ciento a 46 por ciento; en Estados Unidos de 39 por ciento a 42 por ciento, y así en varios países seleccionados para este estudio. En México se evaden las noticias por el obvio contexto de guerra informal que vivimos. En el mundo se evade la información por el conjunto de factores que producen preocupación e incertidumbre en el mundo actual: la pandemia todavía no terminada de COVID-19; la guerra en Ucrania; el aumento de la carestía por la subida global de los precios de los alimentos, los energéticos y los alquileres. Según el Reuters Institute, muchas personas suelen sentirse agotadas por las noticias (29 por ciento); 29 por ciento dice que evita las noticias porque no son fiables; 36 por ciento sostienen que las noticias les bajan el ánimo, o les provocan discusiones que preferirían eludir (17 por ciento). En definitiva, el consumo de noticias e información está provocando preocupación, incertidumbre, estrés, agotamiento o sensación de impotencia ante un contexto difícil y lleno de desafíos.Vivimos en un mundo con múltiples crisis que producen contextos de incertidumbre y agobio. Este ambiente obliga a los periodistas a buscar y encontrar nuevos modos y medios de enganchar a las audiencias pero todavía con alternativas inciertas. rubenmartinmartin@gmail.com