Ya casi es diciembre y esa hermosa temporada repleta de amor y buenos deseos está a la vuelta de la esquina. Una época de regalos, abrazos y felicidad. De harto cariño al prójimo y, sobre todo, de reexaminar nuestra vida, evaluar nuestros pensamientos y sentimientos.Así es: ya estamos a nada de ese anhelado momento que todas y todos esperamos con ansias: las campañas políticas.Porque, aunque hoy este mensaje va dirigido únicamente a simpatizantes y militantes del Partido Político Genérico X, es imposible dejar de admirar ese hermoso espectacular con la cara más sonriente, photoshopeada y limpia del planeta. Y el que está una cuadra adelante. Y los cientos que inundan cada espacio en Guadalajara.¿O a poco no lucen súper bien las paredes repletas de apellidos que acompañan frases políticas de superación genéricas como: “vamos en unidad”, “nadie por encima de la ley” o “soluciones ya”?Tampoco hay manera de describir el placer auditivo de encender la radio y que una voz enjundiosa nos recuerde que este, ahora sí, es el momento del cambio. Aunque hace tres años también lo era. Y tres años atrás también. Y así hasta remontarnos a los orígenes del bello modelo de democracia que tanto nos ha, ¿dado?Al fin llegamos a esos tiempos en los que la brisa matutina está acompañada por ecos de cambio, bocinas parlantes, tenis fosfo-fosfo, bastones y banquitos de mando, pegas de calcas y, sobre todo, políticos enfundados en el narcisismo de una camisa bordada con su nombre o apellido y abrazando a cada señito que le acerque un plato de birria.Aunque, eso sí: el mensaje va dirigido únicamente a militantes y simpatizantes del Partido Político Genérico X.Resulta bastante curioso atestiguar que la historia de quien eventualmente va a subir los impuestos o la tarifa del transporte, llenarte de vallas el sitio donde tienes todo el derecho de protestar, o quien va a contratar un crédito que tú y todos quienes conoces van a pagar, inicia en un plato con carne deshebrada, chiles, condimentos y sal, acompañado de arroz y frijoles.Eso sí: no importa dónde, será el mejor plato que va a probar en su vida; el lugar que se hará famoso porque ahí comió el nuevo o la nueva Mesías. ¡Ah, las precampañas!Esa época en donde los políticos muestran que, si algo saben hacer bien, es pegar calcas derechitas, repartir despensas como si fueran el mismísimo Santa Claus y, por supuesto, caminar por calles que probablemente ni volverán a pisar si los votantes los coronan.Apelando a la moda de reality shows insulsos, este es el inicio de un desfile de talentos donde se compite por el título de Mejor Actuación de Cercanía con la Gente.La clase política, tan llena de momentos memorables, está por iniciar su época de performances, canciones horribles, entrega de gorras, camisetas y paraguas, la pasarela de botargas confeccionadas por su peor enemigo y sí: candidat@s bailando con el tumbao de una coliflor.Pero antes que todo, y primero que nada, atestiguaremos a la clase política pasarse la Ley Electoral por donde tú ya imaginas, porque si algo nos deja en claro esta precampaña es que esto es un cóctel de todo excepto un mensaje dirigido exclusivamente a militantes y simpatizantes del Partido Político Genérico X.Poniéndonos serios: si desde el arranque del proceso electoral quien aspira a hacer aplicar la ley inicia burlándose de ella, poca redención, cambio y soluciones se advierten para el futuro. Y como hemos podido constatar en esta administración, seis años sí son muchísimo tiempo como para no ponernos exigentes desde antes de que los políticos con hambre obtengan el poder que tanto anhelan.isaac.deloza@informador.com.mx