¿Qué nos mueve? ¿Hacia dónde nos movemos? Desde la semana anterior la tierra se movió y con ella muchas conciencias. Afortunadamente, y a diferencia de hace cinco y hace 37 años, no hubo mucho que lamentar después del sismo del pasado 19 de septiembre con todas sus réplicas posteriores, pero justo por ello es que hacer un alto y mirar atrás nos permite ver qué suelo pisamos, qué tanto hemos caminado y hacia dónde queremos ir. ¿Estamos mejor que antes? Pregunta difícil. Todos tenemos una respuesta diferente.Hace una década nos hacíamos los mismos planteamientos que ahora. Estaba por terminar el sexenio más difícil en la lucha contra el crimen organizado y la alternancia se establecía en el país con el regreso del PRI a la presidencia, ya luego veríamos la apertura hacia la izquierda. Salíamos de un primer ensayo de lo que sería una pandemia al llegar la Influenza AH1N1 en 2009, que mantuvo en una suerte de cuarentena el territorio nacional y se requirió de una fuerte campaña de todas las figuras públicas positivas en el país para recobrar la confianza y la reactivación turística.Los retos económicos mantenían en vilo a todo el orbe, incluso a la cohesión de la eurozona que, para mantenerla, países como Grecia requirieron de un rescate bancario que superó los 200 mil millones de euros y la política de austeridad y anti-austeridad fueron banderas políticas entre 2010 y 2014.Pero quizá lo más notable fueron los movimientos sociales, ésos que cambiaron la soberanía de países como Túnez en 2011, cuando millones de ciudadanos salieron a protestar a las calles por el gobierno de Ben Ali que asomaba la posibilidad de una dictadura; el líder de dicho país terminó por abandonarlo y su partido por disolverse. Ese ejemplo se replicó con mayor crudeza en Egipto, Libia, Siria, Yemen y Argelia. Los resultados fueron más cruentos, pero le demostraron al mundo que la fuerza de un país está en su gente, al margen de las crisis y los intereses implicados.Jamás vamos a acostumbrarnos a la violencia, ésa que mantiene sitiadas a las comunidades en México por el control de un territorio. En tres sexenios no se ha podido encontrar una estrategia para frenar el avance del “crimen organizado”. La establecida entre 2006 y 2012 hizo que los homicidios en el país ascendieran a más de 120 mil y en el de Enrique Peña Nieto a más de 150 mil; sin embargo, a la fecha, con un promedio de 84 homicidios por día el sexenio del Presidente López Obrador ya alcanzó las cifras registradas con Felipe Calderón y podría reportar aproximadamente 190 mil homicidios al cierre de su administración.En México, lamentablemente, no ha sido suficiente el poder de la gente en las calles para hacer los cambios que se necesitan, pero vamos en camino. La formación ciudadana está encontrando su propio orden a través de los colectivos y las ONG, entrando con comités ciudadanos a los Congresos locales luchando por cambios en las leyes del país y se han afinado los caminos de protección para los más vulnerables. Los mexicanos ahora se organizan en redes de apoyo, pintan las calles de colores con cada movimiento, encuentran de manera viral la estrategia para no permanecer indiferentes aun sabiendo que, en el intento por exigir justicia, más de algún participante puede sufrir las consecuencias de la represión.¿Hoy estamos mejor que antes? Todos tenemos una respuesta diferente. Seguimos siendo ciudadanos en construcción, hoy somos el resultado del aprendizaje adquirido, de las pérdidas y las ganancias, del alcance de las redes de información. Hoy tenemos más herramientas que antes para tomar decisiones. El cambio de poder en México solía estar marcado por la crisis económica, ahora el mayor desafío para los mandatarios es la violencia en todas sus manifestaciones. Apoyémonos en la memoria selectiva, para no olvidar y en un optimismo desafiante que nos permita caminar hacia el futuro con una ruta mejor trazada porque al final del día son las experiencias del camino las que definen el viaje.
