Llegó y pasó la Navidad con sus luces, cantos, fiestas y alegría… esa Navidad que esperábamos con ansiedad y con ilusión, y ahora nos encontramos entre las manos un cúmulo de inquietudes.Es cierto, el tiempo no se detiene, gira, incesantemente, y como siempre, nos damos cuenta de que “todo llega y pasa”.Es un momento especial en el cual antes de recoger y volver a la normalidad, vivimos al mismo tiempo la expectativa de un nuevo año que está ya a la puerta...En otros tiempos estos eran los días de propósitos, de planes, de resoluciones y programas que nos ilusionaban… todo era hermoso: los proyectos, la lista de propósitos… aunque luego, ya después, en los primeros días de febrero ni siquiera sabíamos dónde habían quedado.Pero es así, y tal vez ahora también. Aunque ahora, nuestro Año Nuevo viene un tanto opacado con las amenazas de una pandemia que no cede, y de la cual ya hemos visto estragos en este pasado tan reciente; acontecimientos muy reales y muy publicitados, ciertamente, y algunos sufrimientos que nos han golpeado, sin duda, muy de cerca.No obstante, la esperanza es mucho más fuerte que todos esos fantasmas.Por eso más que nada, hoy centrarnos la atención en la enseñanza que nos deja la venida de Cristo Jesús a nuestro mundo.Desde que el mundo es mundo, vemos el bien y el mal que se mezclan y avanzan, y luchan por invadirnos más y más.El plan divino que el Creador había soñado al inicio, la humanidad no lo entendía, por eso vino Jesús mismo, en figura humana a darnos ejemplo, a enseñarnos cómo vivir… Pero tampoco lo hemos entendido.Imitar a Jesús es lo más simple, Él vino a darnos ejemplo de sencillez, bondad, autenticidad y pureza.Y sobre todo vino a enseñarnos a vivir la sinceridad del auténtico amor.Pero los malos instintos siguen luchando dentro del ser humano y los malos ejemplos son a veces más fuertes que los ejemplos de Jesús.Por eso tenemos que recoger en el corazón esos momentos sublimes en que la Navidad nos ha dejado entrever la auténtica felicidad que toca las fibras más íntimas del corazón.La Navidad llegó, y la Navidad pasó mucho más rápido de lo que la esperamos, pero tenemos que atrapar esos destellos que nos ha dejado y empezar a vivir de esa luz divina, sin dejar que se opaque con los acontecimientos de la vida diaria, ni que la turben los acontecimientos tristes o dolorosos que inevitablemente nos pudiera tocar afrontar.Es cierto que nuestros propósitos para el 2022 van a ser mucho más reales y concretos que los de años anteriores, que se nos va a pedir mucho más, pero también es verdad que dentro de todo este complejo conjunto de vivencias y actividades, recogeremos mucho más gozo y felicidad, aunque sea sin duda, menos ruidosa y externa.Es decir, Dios estará mucho más cerca de nuestro corazón en este año que planeamos con más responsabilidad y cuidado, porque ya hemos vivido y sufrido mucho en este año que se despide…Esperamos que en el futuro, por estas mismas fechas podamos gritar con voz más fuerte:Feliz Navidad, y hermoso Año Nuevo...