Tal parece que las grandes decisiones del Gobierno mexicano ya no las toma el Presidente Andrés Manuel López Obrador.Sólo así se explica que después de la vergonzosa pifia que fue detener en 2019 a Ovidio Guzmán, el hijo de “El Chapo”, y que le costó que los narco guerreros estuvieran a punto de prenderle fuego a Culiacán entero, se animara a principios de este año a ir nuevamente por el joven narco y enfrentar las consecuencias.Y es que López Obrador viene de sufrir tres importantes derrotas en su proyecto de “Soy Todo el Poder”.Hablamos primero de la multitudinaria manifestación en Paseo de la Reforma de la Ciudad de México donde la clase media salió embravecida a protestar contra el Presidente, usando como pretexto el intento de reforma para prácticamente desparecer al INE; aquella gente en realidad se estaba manifestando en contra de ese Presidente que constantemente la ha menospreciado y regañado desde la tribuna de La Mañanera.La segunda derrota fue la incapacidad de reunir los suficientes votos en el Congreso para aprobar esa reforma constitucional que precisamente buscaba desaparecer al INE y modificar sustancialmente el sistema electoral mexicano.Y la tercera derrota fue la elección de la nueva presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, donde los ministros se inclinaron por un perfil opuesto a la llamada 4T, dejando muy atrás a la candidata de López Obrador que además quedó muy manchada en medio de un escándalo por aparentemente haber plagiado toda o en partes su tesis para recibirse como abogada en los años ochenta.Derrota en la calle, derrota en el Congreso y derrota en la Corte.Eso seguramente debió haber mermado su poder al interior del propio Gobierno.Y entonces debió aparecer un bien armado bloque donde hay altísimos cargos del Ejército mexicano, los verdaderos ostentadores del poder económico en México y operadores del Gobierno de Estados Unidos, que veía el peligro que podía representar un López Obrador herido y ofendido capaz de hacer cualquier cosa y provocar un estallido social.En apariencia, el Presidente seguía mandando, pero en realidad ya sólo lo haría sobre cuestiones muy menores.Simulación.Ese bien armado bloque también habría empezado a operar ya la sucesión presidencial donde un candidato políticamente correcto, por ser afín al proyecto lopezobradorista y a la vez capaz de sumarse a un antigobierno, sería Marcelo Ebrard, político con talento y experiencia que ha sabido moverse de partido en partido de acuerdo a las necesidades de las circunstancias.Se garantizaría una transición tersa y posiblemente bien aceptada por amplios sectores de la población.En fin.Especulemos. Especulemos.