Hace ya buen rato que mandé a dormir el libro que estaba escribiendo acerca del fin del mundo. Si bien hay tantas y tantas cosas que vuelven a hacerme ruido en el cerebro y no puedo menos que seguir pensando en el tema.En primer lugar veo, escucho y percibo en todos los ámbitos que las nuevas generaciones vienen mejor dotados que quienes llegamos a este mundo en el siglo pasado. Pero si la naturaleza les favorece, el ambiente en el cual les toca desarrollarse, tiene también infinidad de desventajas.Me refiero a que los cambios climáticos, los experimentos, los avances tecnológicos y la dinámica ambiental de nuestro mundo son factores desventajosos.El hecho de que tengan ante sus ojos páginas abiertas y ejemplos deplorables que no les permiten vivir su infancia y avanzar al ritmo de su edad, y que la larga son desfavorables en su actuar social.En la actualidad se puede encontrar todo hecho y adquirirlo sin esfuerzo, hay mucha posibilidad de ver y oír, pero se pierde la capacidad de leer, reflexionar y analizar.La inteligencia y el sentimiento se desconectan. Lo inmaterial es difícil de percibir y la de es una fantasía ilusoria, pero que al carecer de ella se pierde el escalón en donde el ser humano se apoya para escalar niveles más altos, o dicho en otra forma, para poder bucear más hondo en la intimidad del propio ser.Y sin embargo nos llenan la mente con los análisis económicos y esperamos que vengan de fuera a levantar nuestros niveles de productividad, a invertir y negociar nuestros recursos; cuando deberíamos ser los que tendríamos que aprender a producir y consumir lo que el país nos brinda.Es cierto que dependemos de tecnologías extranjeras, pero ¿por qué enriquecer a otros y luego robarnos mutuamente?Pero en lo que quiero insistir es en tres cosas:Esto es lo que sugiero para pedir a Dios en esta realidad, que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos tengan un mundo limpio y hermoso