Parafraseando a Joaquín Sabina, podría ponerme ingenuo y decir que las y los diputados de la actual Legislatura cambiarán la historia, y por primera vez en Jalisco el proceso de selección que corre para renovar siete posiciones de magistrados y magistradas del Supremo Tribunal de Justicia (STJ) no será más una simulación. Que esta ocasión votarán en conciencia, pondrán por encima su dignidad y su compromiso con sus votantes, y mandarán a volar a sus jefes políticos que les dictan el sentido de su voto para que cumplan con la lógica de los “cuates y las cuotas” sin importar que el o la suspirante incumpla hasta con los requisitos de la convocatoria. Que ahora, por ningún motivo ni presión de las más altas esferas del poder darán su voto para favorecer al recomendado que quiere ser magistrado o magistrada sin tener el conocimiento, la experiencia o la reputación intachable que un cargo como este exige. Actuarían así, porque por fin tomaron conciencia de la urgencia y de la grave responsabilidad que tienen, de contribuir para empezar a limpiar un Poder Judicial podrido e infiltrado por la delincuencia organizada por los altos niveles de corrupción con los que opera.Porque por fin cayeron en la cuenta de que la crisis desbordada de inseguridad y violencia que padecen poblaciones enteras en Jalisco y que cada día alcanza más a la clase política y gubernamental a la que pertenecen, se debe también a las ineficiencias y parálisis de un Poder Judicial que lejos de combatir, fomenta la impunidad para quien tiene el dinero para sobornarlos y comprarla.Por eso ahora que voten por las siete nuevas magistraturas las y los diputados del Congreso de Jalisco votarán por los postulantes con las mejores evaluaciones, y atenderán por primera vez, aunque no sea vinculante, la opinión del Consejo de Participación Social (CPS), este cuerpo colegiado ciudadano del Sistema Estatal Anticorrupción (SEA) y sus ponderaciones sobre la reputación de cada aspirante. Ahora, en vez de perseguirlos con toda la furia del poder por denunciar el tráfico de influencias y lo desaseado del proceso, negarán su voto a las fichas de los “perfiles controversiales” que les comparte el CPS, para cambiar la inercia de nepotismo y corruptelas en el Poder Judicial e inyectarle voluntad ética y jurídica renovada y honesta.Pero volviendo al parafraseo de Sabina, puedo, y debo también, ponerme realista y decir que eso no pasará y que las y los diputados volverán a ignorar olímpicamente méritos y reputaciones y nos impondrán de nuevo magistradas y magistrados fruto de la partidocracia. Porque como ciudadanos seguimos sin exigir los diseños institucionales que garanticen designaciones públicas ajenas a estos vicios, además de seguir sin saber elevar el precio a los políticos y políticas que los cometen.jbarrera4r@gmail.com