Con las calamidades y desgracias que azotan al mundo entero, por no hablar de lo nacional y lo local, entre la infinidad de individuos y sectores damnificados y urgidos de respaldo decidido de los gobiernos y la sociedad están los museos y galerías. Nunca antes habían pasado, en todo el mundo, por una temporada más difícil: con las clausuras y suspensiones de actividades impuestas por la pandemia, no recibían los ingresos por entradas, ventas de libros y otros objetos, o cafeterías, y por otro lado el pago de la nómina, la electricidad, etcétera, inevitablemente seguía ahí. Cuando han podido reabrir, han debido resignarse a un público muy reducido, y asumir costos derivados de las medidas de salud oficiales. Y encima, sus fuentes de dinero, en particular las autoridades locales, también han sufrido recortes, que en el caso de México y en todas las instituciones han sido salvajes y sin ton ni son.En los lugares donde se dispone de ciertos recursos, se han aprovechado los tiempos de cierre para arreglos y restauraciones de los edificios y de piezas individuales. En eso han sobresalido algunos grandes museos, por ejemplo el Louvre, mientras que en Italia se han redoblado con muy buen éxito los trabajos arqueológicos, como en Roma y Pompeya. Además, la mayor parte de los museos y galerías han hecho un esfuerzo muy importante en materia de difusión audiovisual.Por este rumbo, dos museos han realizado un trabajo heroico en tal sentido. Sosteniendo hasta donde les ha sido posible las exposiciones y actividades presenciales programadas, tanto el MUSA de la Universidad de Guadalajara como el MAZ del municipio de Zapopan han buscado mantener su presencia con una oferta interesante y sostenida de contenidos audiovisuales y actividades a distancia. Del Museo del Estado ni hablar: si de por sí erradamente depende del INAH (un ente centralista y depauperado por los recortes), aparte de todo en los últimos años ha padecido una serie de funcionarios que han ido de lo anodino a lo dañino, y ahora tiene un director de pronóstico reservado, sin la mínima conexión con Jalisco y, hasta donde se ve, con interés predominante en la grilla del Altiplano.Los museos que funcionan no sólo reciben visitantes para admirar las obras expuestas, sino que también y sobre todo crean un público, son educadores y focos de cohesión social. Algo que está por completo ausente de las cabezas de los actuales mandamases.En el Reino Unido existe una fundación filantrópica que se llama Art Fund que cada año otorga un Premio a los Museos:* una fuerte cantidad de dinero, como doscientas mil libras esterlinas, a una de esas instituciones culturales, pequeña o grande. Este año se triplicó el número de aspirantes, y los organizadores afirman que, francamente, la mayoría serían merecedores del premio, pero quedó al final una lista de cinco posibles. Los candidatos tenían que responder tres preguntas sencillas: ¿qué ha hecho su institución para mostrar imaginación y empeño?, ¿qué efectos creen que ha tenido?, ¿cómo planean seguir en adelante construyendo sobre lo logrado?*https://www.theguardian.com/culture/2021/jul/21/community-museums-shortlisted-art-fund-museum-of-the-year