Martes, 02 de Julio 2024

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Entre la planificación y la planeación

Por: Argelia García F.

Entre la planificación  y la planeación

Entre la planificación y la planeación

Quizá el gran reto de la vida sea lidiar con la incertidumbre de la misma. Y es que cuando no aparece una cosa, se cae la otra del plato y luego esa misma cosa, se la lleva la corriente. Nos preparamos para enfrentar los miedos de la vida, vamos midiendo los riesgos y nos levantamos de las caídas. Festejamos y nos embriagamos de felicidad con los logros propios y con generosidad, de los ajenos. Nos duelen las pérdidas: lo que no sucedió, lo que no vimos materializado, nos despedimos de unos y nos dejamos acompañar por otros, hacemos duelos de todos los tamaños y colores, constantemente. Pero nunca sabemos -por más experiencia que se tenga- qué viene después. Por eso, porque no tenemos demasiado o nulo control sobre la vida en general, es que unos planifican y otros planean. Acá encuentro algunas diferencias. 

Para hacer un evento -ponga usted-, una fiesta familiar, hay que planificar empezando por saber con cuánto presupuesto contamos para el festejado en cuestión, y no echar la casa por la ventana para luego quedarnos sin comer tres meses en casa. Partiendo de ahí ya veremos a cuántos invitados nos alcanza invitar con tal presupuesto, y las condiciones en las que queremos hacerlo. Vamos siguiendo algunos pasos tal y como haríamos como con una receta de cocina o con un manual de instrucciones, de esos que pocos hacemos caso, pero los que son fanáticos de ellos, logran ensamblar los muebles a la perfección y con días de ventaja sobre los que lo dejamos de lado y decimos, ahorita me lo aviento. 

A la mera hora del festejo de cumpleaños de “Rodriguito”, tres de sus amiguitos no pudieron venir porque -vaya usted a saber-, que los hielos pues con este calorón, figúrese, no alcanzaron, entonces hay que mandar traer más. Que la comida ni en broma la tocaron los niños y que el pastel de Aladdin (porque así lo pidió) y la gelatina, fueron consumidos enteramente por la bola de madres de familia ahí apoltronadas. 

Total, la planificación, por supuesto que no sirvió y el coraje de la mamá de Rodriguito que obsesivamente repasó el evento pasito a pasito, no se le quitó en meses. Salió pues carísimo el eventito, desayunaron, comieron y cenaron por semanas lonches bañados y las aguas frescas diluidas ya en medio de aquel berrinche de la señora, las tiraron y otras las regalaron a los meseros que hicieron el favor de atender a las tan amables señoras que les acompañaron llevando a sus críos. En fin, podemos concluir que la Señora mamá de “Rodriguito”, sabe planificar, pero no sabe como planear, no sabe lidiar con que claro, seguimos pasos, pero en realidad, la vida se encarga de irnos poniendo en situaciones que no conocemos y que deberíamos poder sortear con cada vez más soltura, con flexibilidad. Y de eso es que va, de poder planear como haría un ave que sabe perfectamente hacia donde se dirige, que va de un sitio a otro viendo la vida con perspectiva.

No hay cura para aprender a vivir con incertidumbre, sobre todo cuando hay situaciones familiares y/o de amistades a las que sólo toca esperar y con mucha suerte acompañar. La maestría de vivir gentilmente en la incertidumbre llega con la enseñanza y aprendizaje entre esos dos conceptos, el de planificar (que es necesario) y el de planear. Si lo logra, me cuenta. 

Yo en el camino estoy y arriera soy, pero un día de estos, volaré. 

argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina
 

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