¡Han pasado 29 años y el dolor sobrevive y resulta legítimo recordar a los damnificados de aquellas enormes explosiones de hidrocarburos! Este servidor que estuvo envuelto por la catástrofe, aparte de recordar todo aquello como si hubiera ocurrido ayer, no puede ahora más que rendir tributo a su querido amigo —verdadero hermano— Enrique Dau Flores, mártir primigenio del rencor que nos tuvo y el daño que le hizo a Jalisco el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari. Enrique ya no está y será el primer aniversario de la catástrofe en que no tendremos contacto alguno. Sin embargo, su recuerdo ha estado muy presente…El recuerdo del 22 de abril aviva el resentimiento por quienes se sirvieron y beneficiaron de la tragedia, se cebaron en la desgracia ajena y hasta se regodearon con el hecho de que nuestro presidente municipal fuese llevado a la cárcel, con lo cual se cometió una enorme injusticia y, además, se le hizo un daño irreversible a toda la ciudadanía de Guadalajara al privársele de un gobierno que nació encarrerado y ya daba trazas de que iba a convertirse en un verdadero hito de la historia del desarrollo citadino. Nos consta a muchos que se iba a proceder a una auténtica renovación… Es por ello que estamos convencidos de que los dolientes de aquel daño no lo son solamente quienes perdieron familiares, amigos y bienes o quienes pasamos casi un año visitando a seres queridos en la cárcel de Puente Grande. La ciudad entera resultó dañada con las explosiones ocasionadas por la corrupción federal y aprovechadas por políticos de alto rango pero de muy baja estofa.De cualquier manera, estamos todos en deuda con la entereza de Dau, quien supo recuperarse de la artera agresión y el receso de más de doscientos días, para resurgir como ciudadano ejemplar y generoso que continuó trabajando en favor de la colectividad. Bien puede decirse que, a diferencia de su condición aristotélica de zoon politikon, otros actores principales se revelaron como verdaderos políticos animales.Claro que a estos debe pesarles que la figura de Dau haya empezado a crecer mientras que a ellos empieza a merodearles el peso de la ley. Será difícil que algunos lleguen a dar en el tambo, pues el paso de los años y las prescripciones de sus delitos les favorecen, pero del peso de la memoria y el repudio colectivo de seguro que no se liberarán, pues, además de que los ofendidos de antaño no los olvidamos ni a ellos ni a las ramas maternas de sus árboles genealógicos, ha quedado clara también su culpa en estropicios ulteriores.¡El 22 de abril no se olvida! Por más que se le haya estado echando tierra encima y procurado desviar la atención de los verdaderos culpables arremetiendo contra figuras de la dignidad y categoría de “mi hermano mayor”, por quien sigo sintiendo una enorme añoranza.jm@pgc-sa.com