Los economistas Ostry, Lougani y Berg, tres de los principales asesores de Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional, publicaron recientemente el libro titulado “Confronting Inequality”. Estos funcionarios han sido fundamentales en el cambio de paradigma del Fondo respecto a la inequidad y sus efectos.Sus principales conclusiones son: primera, que las políticas de disciplina macroeconómica, libre mercado, flujo de capitales, integración comercial y reformas estructurales que el FMI ha promovido desde los 80s, generaron mayor crecimiento económico y productividad de las economías, pero sus beneficios no fueron repartidos de manera equitativa; la inequidad al interior de los países se incrementó.En segundo lugar, mayores niveles de inequidad están asosidados, en general, con periodos más cortos de crecimiento económico. Lo cual, además, acentúa los conflictos sociales que se han traducido en un rechazo a la globalización y al libre mercado.En tercer lugar, la inequidad es un lastre para un mayor crecimiento económico. Ésta es tal vez la conclusión más importante, ya que está asociada a la importancia de políticas redistributivas (fiscales y transferencias), mismas que los autores afirman, si están bien diseñadas y si no son “extremas” (dos “ifs” muy importantes) no atentan contra el crecimiento económico, al contrario.Por ultimo, los autores señalan que más importante que las políticas redistributivas, la base fundamental para una sociedad equitativa está en las políticas “predistributivas”, siendo los sistemas públicos de educación y salud, los pilares indispensables.La evidencia y datos que utilizan para sostener sus argumentos son contundentes. Al leer el texto, gráfica trás gráfica, uno no puede dejar de pensar que López Obrador fue profeta en México y en el mundo. Lo que decía a principios de los 90s carecía de los datos que comprobaran que su visión era correcta. Hoy, con datos de 1970 al 2015, los economistas del FMI demuestran que el gran error de las políticas de los 80s fue no tomar en cuenta la inequidad que éstas generaban. Y de ahí el mayor reto: conservar las políticas y programas de los 80s, sumadas a amplios programas sociales.