El 29 de mayo del año pasado, con motivo de la celebración del Día de los Caídos en Guerra -Memorial Day- en el Anfiteatro Nacional del Cementerio de Arlington en Virginia, el presidente Joe Biden al elogiar a los soldados que han perdido la vida luchando por su país, dijo “todos los años los recordamos y nunca debemos de olvidar el precio que se pagó por proteger nuestra democracia y nunca se vuelve más fácil”. Y en la siguiente celebración -27 de mayo- a los que se le rindan los honores se deberá de agregar a los tres soldados norteamericanos que murieron ayer en Jordania -cerca de la frontera con Siria- cuando aviones no tripulados de una milicia respaldados por Irán hicieron blanco en la instalación militar, dejando además una veintena de heridos.Hasta el momento de escribir esta reflexión en la Casa Blanca se estaba por tomar una decisión sobre la forma cómo responderá a esta agresión, que seguramente será en las mismas dimensiones del ataque, pero con el alto riesgo de que la media desencadenó el agravamiento de la crisis en Oriente Medio.Al margen de las respuesta norteamericana y de las consecuencias -que pudieran ser muy graves no solo para la región, sino para el mundo-, la provocación llega en el peor momento para la posición política que tiene el presidente Biden, quien está en la antesala de una elección -donde busca la reelección-, con una percepción de desaprobación por arriba del 50 por ciento y en sus manos una decisión que pudiera convertirse en el “detonador” de una crisis mundial y catapultarlo o de otra manera, una respuesta más mesurada, atinada y pacificadora, pudiera llevarlo a la cúspide y del conflicto sacar provecho para milagrosamente recuperar credibilidad y asegurar su permanencia en la oficina Oval de la Casa Blanca.Hasta el momento el presidente Biden ha calibrado cuidadosamente sus decisiones a más de 150 ataques de las milicias a las tropas norteamericanas en la región desde el inicio del conflicto entre Israel y Hamas. Los contraataques han sido mesurados solo para contener la agresión. Pero lo que sucedió ayer, el ataque directo a las instalaciones militares y con la muerte de por lo menos tres soldados, es una provocación que deberá tener una respuesta severa, pero que de la misma depende la paz en la región, en el mundo -“nunca se vuelve más fácil”, parafraseandolo- y de paso su futuro político que va en declive.¿Usted, qué opina? Daniel Rodríguez daniel.rodriguez@dbhub.net