En el quinto programa (“No hay quinto malo”, reza el adagio) de la Primera Temporada 2019 de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), con buena respuesta de público, la noche del jueves en el Teatro Degollado, hubo música para todos los gustos… aunque no todas las obras resultaran conocidas para la mayoría de los asistentes.A diferencia de los cuatro precedentes y de los dos pendientes, que apelan al repertorio ya probado (Tchaikowsky, Dvorak, Grieg, Schumann, Rachmaninov…), el quinto desempolvó partituras injustamente arrumbadas: la Obertura en Do para Orquesta, única pieza orquestal -entre canciones y piezas para piano- de Fanny Mendelssohn (hermana mayor de Félix); el Concierto para Corno y Orquesta No. 1 en Mi bemol mayor, Op. 11, de Richard Strauss, joya de corte más mozartiano (de hecho, Mozart compuso cuatro conciertos para este instrumento) que acorde a la época y el estilo de su autor; Encantamiento de Viernes Santo, especie de intermezzo del tercer acto de la ópera Parsifal, de Wagner, y la Sinfonía Matías el Pintor, de Hindemith.Jeffrey Rink, director huésped, estadounidense, sobrio y eficiente, consiguió una pulcra ejecución de la Obertura. Se acopló estupendamente con David Cooper, corno principal de la Sinfónica de Dallas, solista en el Concierto, en el que sobresalieron por su belleza los diálogos del corno solista con fagotes y flautas, y la atmósfera seductora -mozartiana, ya se dijo- del tercer movimiento (allegro).Cooper, acompañado por el ensamble en pleno, ofreció como encore una versión de Bésame Mucho, de Consuelo Velázquez, que terminó cantando, secundado por el público.En la segunda parte de la velada, Rink, dirigiendo de memoria, con pleno dominio de la partitura y absoluto control de la orquesta, recreó el carácter contemplativo del fragmento en que Parsifal se toma un descanso en su peregrinaje. En la Sinfonía de Hindemith -interrumpida antes del tercer movimiento (Tentación de San Antonio) por el zumbido ocasionado por una cámara de televisión emplazada a un lado del escenario-, Rink dio su justa medida a elementos contrastantes: desde la introducción lenta hasta el triunfal Aleluya climático, pasando por pasajes agitados e incluso ásperos, como corresponde a un autor etiquetado como iconoclasta -a tono con su época (pleno Siglo XX), por lo demás- por sus críticos.El programa, como de costumbre, se repite este domingo, en el mismo escenario, a partir de las 12:30 horas.