El emperador y filósofo estoico Marco Aurelio nos invitaba, en sus meditaciones, a observar el mundo interior más que querer controlar el exterior, pues lo importante es finalmente identificar nuestra actitud ante los problemas que juzgarlos. Qué atinada reflexión en estos momentos donde las aguas agitadas del vendaval nos azotan por varios lados. Mantener la calma en nuestro mundo interior, que finalmente es lo único que nosotros podemos controlar. Las cosas suceden, acontecen, van y vienen, y simplemente no están en nuestras manos. Por lo mismo, nuestra tarea es concentrar nuestros esfuerzos en las que sí lo están, que son nuestras ideas, lo que imaginamos, lo que suponemos; pero sobre todo lo que tememos. Si de por sí es algo muy oportuno saber que buena parte de nuestra felicidad está en lo que pensamos y en las decisiones que tomamos, mucho más allá de lo que los demás quieran o piensen de nosotros; y desde luego, en no pretender conquistar banales propósitos que no le dan sustento a lo que realmente nos da paz y gozo. Si aspiras al poder, al dinero, al prestigio, a la fama o a que te quieran. Es muy probable que lo único que obtengas son frustraciones junto al temor de no obtenerlas, y perderlas si ya las posees. Finalmente te has hecho esclavo de ellas y eres una persona dependiente de lo que no está bajo tu propio dominio. De aquí la trascendencia de las lecciones de los estoicos, tener una actitud positiva ante las dificultades y no aspirar a poseer nada que no sea la libertad y la capacidad de dominarse uno mismo. Vivir en el presente, en el aquí y el ahora, teniendo la plena consciencia de nuestra finitud y de que todo tiene caducidad. Así que aprovechar lo que hoy tienes, gozar lo que has conquistado, pero sobre todo mantener una elevada y positiva actitud ante todas las dificultades que puedas estar enfrentando. Lo único que sí tienes es a ti mismo, por lo que poner un mayor esmero en centrarte en las reacciones que tienes ante los problemas de la vida y buscar enfocarte en las soluciones que se les pueden dar y no estar atrapado en el calabozo de las tragedias y dramas que puedes crear con tu propia imaginacion; y acabar siendo tu propio justiciero y verdugo. Cada día es una nueva oportunidad de poner atención a tus actitudes y no a las de los demás. A enfatizar tu análisis en las acciones que realizas y no en las que los demás hacen. Fíjate más en lo que tú le haces a los otros y no estés atormentándote con lo que los demás te hacen a ti. El arte de vivir se consagra más al perfeccionar tus decisiones y al gozar de cuanto tienes. Todo se va a quedar en este planeta, llévate lo mejor de ti; tus actitudes positivas son la llave maestra que abre las puertas del paraíso.