Dos semanas más y el periodo de campañas políticas habrá terminado. A partir de ahora se recrudecerá la guerra de las encuestas. Entre quienes las presumen porque se consideran punteros en las preferencias y quienes no siéndolo, las desacreditan, el votante se enfrenta al dilema de creer o no las encuestas electorales que se están publicando y compartiendo.¿Sirven o no las encuestas? Claro, sirven y mucho.Si nos atenemos al conocimiento estadístico, la encuesta es una herramienta científica que nos permite conocer la realidad sin necesariamente abarcarla toda.Naturalmente, hay matices y diferencias. Aplicar un estudio estadístico para conocer, por ejemplo, qué cantidad de personas está a favor o en contra del aborto, es relativamente fácil. Se trata de temas en los que la mayoría presenta una postura personal definida pero además, no teme hacerla pública.De esta manera, siguiendo las reglas matemáticas, se puede aplicar una cantidad determinada de cuestionarios para tener como resultado un porcentaje representativo del total de los habitantes de una comunidad definida y tener el conocimiento de la postura general con un porcentaje de certeza que es casi del 100 por ciento.Pero las preferencias electorales se cuecen aparte…Las condiciones particulares de los procesos electorales en nuestro país han generado, puede decirse, un “caso mexicano” que es objeto de estudio.A tres semanas de distancia de la jornada electoral de este 2021, los estudios estadísticos que pretenden reflejar la tendencia de votación presentan una enorme cantidad de rasgos y condicionantes que reducen la certeza de sus resultados.Hay una cantidad considerable de vicios que falsean los resultados.El primero se expresa en una frase muy conocida: “el que paga manda”. No faltan los encuestadores que, ansiosos por la paga, le entregan al cliente los resultados que más le interesan. ¿Quiere verse ganador? Es cuestión de elaborar las preguntas de tal modo que los resultados reflejen una realidad parcial.Otro vicio recurrente es el “cuchareo” o dicho con más claridad: si se necesita un resultado específico, es cuestión de llenar los cuestionarios con las respuestas deseadas. Claro, la encuesta puede resultar en lo que más se desea… pero la realidad sigue su propio camino.Ahora bien, ya que el método científico y estadístico está bien definido, siempre quedan las encuestas bien intencionadas y sobre todo, correctamente elaboradas, pero que pueden no ser reales porque las personas, sencillamente, deciden guardarse la información fundamental sobre sus preferencias.Por eso, se habla del “voto oculto”, esto es, la intención de votar por determinado candidato o candidata, pero sin darlo a conocer.Adicionalmente, en una apretada síntesis, hay que señalar a quienes son indecisos hasta el último momento y pueden, en algunos casos de elección muy cerrada, inclinar la balanza a favor de quien no era visto como ganador.Así las cosas, particularmente en estas elecciones, es difícil definir con claridad los resultados.Eso sí, muchos encuestadores van a “hacer su agosto”. jonasn80@gmail.com / @JonasJAL