Sábado, 23 de Noviembre 2024

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El tijeretazo a los partidos

Por: Ivabelle Arroyo

El tijeretazo a los partidos

El tijeretazo a los partidos

Hay pocas cosas más atractivas para los ciudadanos que el castigo a los políticos. Multa, rejas (todo mundo quiere ya la foto de la ex secretaria en caqui) o por lo menos, cancelación a sus tarjetas.

Por eso los recortes son aplaudidos de inmediato y sin preguntar, pero hay que tener cuidado porque cada tijeretazo aplicado a instituciones, partidos, burocracia, ciencia, edificios, gasolina o avión, debe desmenuzarse para ver si no sale más caro el ahorro.

La austeridad aplicada a los partidos políticos es una de esas banderas facilonas que genera bravos y vivas de inmediato, pues pocas instituciones sufren hoy tal descrédito como los partidos, y sus más de 5 mil millones de pesos enfurecen. Sí, que les dejen la mitad, se oye. No, sólo una cuarta parte, se lee. Mejor que les quiten todo, no sirven para nada, se tuitea. Y cuesta trabajo no dar la razón a quien esta razón esgrime.

Pero el tema es más complejo y está lejos de ser un asunto de montones de billetes.

No, lo que tenemos que saber es a) de quién debe ser el dinero que llega a los partidos políticos y por qué, b) para qué debe ser ese dinero y c) qué pasa si nos quedamos cortos o reciben demasiado.

Los recortes son aplaudidos de inmediato y sin preguntar, pero hay que tener cuidado porque cada tijeretazo debe desmenuzarse

La primera cuestión ha sido el eje del debate eterno sobre financiamiento público versus privado, debate tramposo donde los haya, pues los mejores arreglos son aquellos en donde ambos existen, con un peso ligeramente superior del público. En México, debido a la otrora poderosa luz del PRI, no había financiamiento privado que tuviera ganas de pagar otros partidos, así que se sobredimensionó el recurso público para equilibrar artificialmente la competencia. Aquí el financiamiento público no es ligeramente superior, es obesísimo y además limitante: sólo se permite el 10 por ciento de ingreso privado. Un arreglo considerado óptimo es el de Alemania, de 40 por ciento privado con fuertes estímulos fiscales a los donantes individuales.

La segunda cuestión es fundamental: para qué la lana. Así, en abstracto las cantidades no sirven. ¿5 mil millones de pesos para los partidos es mucho? Por lo pronto es pagable. ¿Pero queremos pagarlo? Se antoja que si se usa para formar ciudadanos para el futuro, para investigaciones públicas, para preparar militantes, para tener defensores jurídicos, para propiciar debates o estudios para reforzar planteamientos ideológicos, pues no suena mal pagarlo. Pero si es para que los dirigentes coman en The Palm, pues adelante el tijeretazo.

Por último, qué pasa si se queda corto o si es demasiado. En el primer caso, dicen los expertos, se favorece la polarización, se reduce la competencia y hay incentivos para la concentración de poder en el partido gobernante, entre otros efectos indeseados. En el segundo, se aleja a la militancia de los cuadros dirigentes, se debilita a los partidos, se inhibe la fiscalización interna y por lo tanto se favorece el uso indebido de recursos.
Se acabó el espacio, pero con eso podemos empezar a debatir el tijeretazo.

ivabelle@gmail.com /@ivabelle_a

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