Seguramente las presiones y tensiones propias de su cargo, la racha de hechos violentos de los últimos cuatro meses en Jalisco (entre los que destacan el secuestro y asesinato del empresario inmobiliario Felipe Tomé, el artero asesinato del ex gobernador Jorge Aristóteles Sandoval, la incursión violenta e impune de un comando a mediodía y en lunes para privar de la libertad a un comensal en Los Otates en la zona zapopana más vigilada del estado, el multihomicidio de 10 albañiles y un cantor en La Jauja, Tonalá, la colocación en la plaza principal de Tlaquepaque a plena luz del día del cadáver de un capo que disputaba la plaza al Cartel Jalisco Nueva Generación, y apenas el lunes pasado el ataque a balazos a las elegantes oficinas de la agencia de comunicación La Covacha, que ha acompañado a Enrique Alfaro desde su campaña a la presidencia municipal de Tlajomulco en el 2009 y a la que ha pagado desde esa fecha y hasta hoy multimillonarios contratos de los gobiernos que él ha encabezado, del partido Movimiento Ciudadano y los de la mayoría de administraciones municipales de Jalisco y otras partes del país donde tienen presencia), el sobresalto político de la semana pasada por la renuncia de Ismael del Toro, su principal operador político para buscar la reelección al bajarse sorpresivamente de la candidatura naranja al gobierno de Guadalajara, y que significó la llegada de Pablo Lemus a esa posición rompiendo los equilibrios al interior del partido MC que siempre había estado bajo su control absoluto, toda la problemática por la crisis de salud por la pandemia y la irritación social por lo errático de la campaña de vacunación que es responsabilidad del gobierno federal pero que también ha golpeado a las autoridades locales, y la peor crisis de abasto de agua en al Área Metropolitana de Guadalajara en la historia reciente a ciudad que ha provocado protestas de vecinos y conflictos con ejidatarios que niegan ser huachicoleros del agua como asegura su gobierno, harían a cualquier mortal pidiera vacaciones para tomar un respiro, como lo hará a partir de hoy el gobernador de Jalisco según anunció en sus redes sociales, aunque desde ayer fue uno de los pocos gobernadores que no asistió a la reunión con el Presidente Andrés Manuel López Obrador para la firma de una especie de pacto para respetar en las elecciones lo que ya obliga la Ley.Sin duda esta agenda es agotadora y compleja, pero por eso mismo y por las reacciones negativas en la conversación digital tras el anuncio de que se va de vacaciones, es claro que no fue el mejor momento para ello, ya que la alta conflictividad por la que atraviesa la entidad y el partido que lidera ante la inminencia de las campañas hacen ver su ausencia como una indiferencia y abandono ante la gravedad de la situación. Por eso otra lectura de esta polémica decisión del gobernador es que como los coach del futbol americano que piden tiempo fuera para parar el reloj y tratar de redefinir su estrategia cuando el partido está más que complicado y con el marcador en contra, a él tampoco le quedó otra que salir momentáneamente de la cancha para buscar un espacio que ojalá le sirva, para bien de los jaliscienses, para retomar el rumbo y hacer frente a los grandes retos de Jalisco con los que hasta ahora, evidentemente, su gobierno no ha podido.jbarrera4r@gmail.com